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Toni Cabot

La atalaya

Toni Cabot

El día después

La historia no apuntaba bien desde el partido de ida. Un 1-3 en contra no resulta fácil remontar en campo ajeno. Así que el mal presagio comenzó a manifestarse desde bien pronto, no ya en el partido -que también gracias a ese gol del berciano Óscar Sielva- sino desde primera hora del día, bien temprano, cuando Enrique Ortiz, de paseo por Ponferrada, decidió poner una vela en la primera iglesia que encontró a su paso y, tras iniciar la plegaria, tuvo que salir corriendo al percibir que estaba en una misa de difuntos. Mal augurio. Ya por la tarde, pese a tener ocasiones para presentar batalla, el Hércules no anduvo con la puntería fina y dejó escapar la oportunidad de meterse en la eliminatoria. Todo lo contrario que la Ponferradina, que convierte en oro lo que toca. Cuando alguien está de dulce todo le sale redondo. El choque de vuelta plasmó que no hay tanta diferencia entre un equipo y otro, pero sí aclaró que el ángel estaba del lado berciano. Las ocasiones de Nieto y Benja, por partida doble antes del descanso, dieron paso a las lágrimas de impotencia de un conjunto que iba a morir en la orilla, donde más frustra morir. Pero de esta historia hay que sacar conclusiones para afrontar el día después, que ya ha llegado. En primer lugar, el Hércules ha recuperado el cariño de una ciudad que hacía mucho tiempo que no le prestaba tanta atención. Desde que dio los primeros y atinados pasos en el inicio liguero algo volvió a moverse en torno a ese escudo. Por ahí deben ahondar ahora los rectores de la entidad, mimando a su gente para mantener esa masa social que ha vuelto a hacer acto de presencia. Por otra parte, un plantel que ha llegado vivo hasta el último metro se ha ganado el crédito. Lógicamente, habrá que cambiar algún que otro peón, pero se cometería un grave error si se vuelca el tablero. Segundos después de la conclusión del partido, un exjugador herculano que vivió grandes momentos en este club me envió un mensaje: «El Hércules es pasión por unos colores, ilusión por un proyecto y convencimiento por un objetivo. Tardaremos más o menos, pero volveremos a ascender. Eso es seguro». Y tú que lo veas, Sergio Fernández.

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