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Los viajes del Imserso

La experiencia en uno de esos balnearios donde el agua brota a 52 grados centígrados

Como es un tema de actualidad, les contaré mi experiencia. Tenemos un rincón en España donde el Creador se confundió de grifo, escatimando el agua fría y derrochando la caliente. No sé si los íberos se percataron de esa circunstancia, pero los romanos dejaron amplia muestra de cómo aprovecharon la confusión. Los balnearios españoles florecieron a finales del siglo XIX y principios del XX, y se han vuelto a poner de moda en los últimos años con la colaboración del Imserso, lo que ha facilitado que un gran número de ciudadanos puedan frecuentarlos. En uno de estos balnearios, donde brota el agua a 52 grados centígrados, le costará un día unos 40 euros por persona, en un buen hotel de tres estrellas, con habitaciones de 25 metros cuadrados, más baño y terraza al mediodía -aunque no todas-; en este precio se incluye, además de la cama (quizá pueda disfrutar la que utilizó la princesa de Kapultala, la bella bailarina de la que se encaprichó el Maharajá), un desayuno con zumos, bollería, café, mantequilla y mermelada e incluso un huevo frito y jamón de York si así lo solicita, y las dos comidas, que se componen, a elegir, de un consomé, gazpacho o crema de entrada, unas verduras o un revuelto de primer plato y un pescado o carne de segundo (sin pasarse, no hay merluza fresca ni ternera asturiana). De postre, además de naranjas y mandarinas del país, podrá elegir en ocasiones arroz con leche (no es como el nuestro), queso y dulce, natillas, flan o yogur. El vino, de La Mancha, aceptable. Las camareras, muy amables, le proporcionarán incluso algún régimen especial si así lo solicita. A la llegada empezaremos con la visita al médico con el que, si no tiene Vd. alguna dolencia concreta, podrá negociar el tratamiento. Incluido en los 40 euros/día, puede optar entre un baño termal diario o una entrada libre a la piscina de la misma agua termal. O a las dos, con un suplemento de precio. Si se va a las bañeras es posible que le toque la misma que utilizaba hace tiempo D. Antonio Maura, presidente de Gobierno que celebraba Consejo de Ministros después del baño. Y si le envían al spa, tenga cuidado con el "volcán", pues es posible que se le salga a Vd. el hombro o se le desplace la prótesis de la cadera. En el precio está incluido también el maniluvio, por si le duelen las manos, y el pediluvio, por si le duelen los pies, además de la inhalación de un vapor milagroso para restaurar los bronquios de los fumadores. Fuera del precio hay también relajantes masajes (si paga dos, le regalan otro) y "parafangos", que es la versión moderna de las cataplasmas de nuestras abuelas. Si se decide por la piscina termal, dispone de una pileta de unos 150 metros cuadrados, con su jacuzzi anexo. Cuando se canse de ella podrá trasladarse a la "playa" anexa de agua tibia, donde podrá nadar con comodidad y disfrutar de un idílico horizonte de montañas, palmeras y desierto, además de música submarina y clases de natación sincronizada. ¡Vamos!, que con un poco de imaginación podrá Vd. sentirse como en un resort de lujo. Y los más valientes finalizan el tratamiento con una inmersión en el estanque de agua fría (a mí no me gusta correr riesgos innecesarios). En el recinto de la piscina podrá sentarse bajo una sombrilla de techo vegetal para tomarse unas cañitas, aunque deberá pensárselo dos veces para pedir un café, que cuesta 1,60 euros, o una anchoa o un boquerón, que cuestan a 0,80 euros unidad, pues estos lujos no están subvencionados por el Imserso. Las ensaladas, paellas, etcétera, normal. Por supuesto, hay baile, gimnasia, campeonatos de cartas y dominó, bingo, proyección de películas, pantallas grandes para ver fútbol, etcétera. En cuanto a excursiones, fuera del precio, es muy recomendable la de Cartagena, con su grandioso puerto y museo submarino y las ruinas romanas recientemente descubiertas, además de la preciosa ciudad modernista de principios del siglo XX, aunque también está bien la de Murcia, para que le expliquen lo de la famosa cadena de piedra de la Catedral, que hizo un mendigo para la monumental capilla del señor de Vélez, quien, a cambio, le quitó la vida para que no hiciera ninguna más. Y si hablamos del tiempo, suelen caer a veces cuatro gotas durante cinco minutos, así que es muy difícil que le toque alguna. Y si tiene Vd. suerte, pueden tocarle en la mesa compañeros encantadores. Yo tuve uno, ya octogenario, hijo de un barbero que cobraba sus servicios en aceitunas y trigo; cuando el barbero se fue a la guerra, los cuatro hijos se quedaron sin aceitunas y trigo y sobrevivieron de milagro; finalmente, nuestro amigo emigró a Brasil, después de desechar la carrera eclesiástica, donde encontró pronto trabajo: le encargaron practicar la fimosis a los monos chillones de Sao Paulo, con lo que se conseguía que se redujera sensiblemente el alboroto sexual. Consiguió luego un trabajo de venta de chapas para botellas de refrescos y similares, a comisión, y pronto llegó a ganar más que el director de la fábrica. Finalmente, después de unos años de constante progreso económico, en los que no faltó el ingreso en una logia masónica durante un año, volvió a España, donde reside ahora felizmente en compañía de esposa e hijas, dedicado a leer el "Expansión" diariamente en la biblioteca de su barrio.

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