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Escandalosa mascarada en la catedral de Sevilla

El circo del bodorrio religioso de un futbolista que hasta hace poco ni siquiera estaba bautizado

Creo que cabe perfectamente calificar de "escandalosa mascarada" la boda de un futbolista internacional en la catedral de Sevilla el sábado 15 de junio. En mis primeros tiempos de sacerdote, a finales de los años cincuenta del pasado siglo, cuando una pareja de novios "había comido los garbanzos antes de la sopa", según el dicho popular, y, como consecuencia, tenía ya un hijo, celebraba el matrimonio de una manera discreta y a una hora intempestiva de la mañana o de la tarde en la iglesia parroquial. Lo que no puedo digerir es que una pareja de novios que llevan ya varios años viviendo juntos y que tienen ya tres hijos cierren la catedral de Sevilla por varias horas para celebrar su matrimonio y lograr una exclusiva muy sustanciosa crematísticamente. Quisiera saber cuál es el criterio del Arzobispado de Sevilla para autorizar la celebración de una boda en la catedral. ¿El pagar una fuerte suma que sólo está al alcance de un millonario? No me parece que esto esté muy en la línea del Evangelio. Para mí es un escándalo. ¿El que los contrayentes son modelos de cristianos? Está claro que no se dio en este caso, ya que una pareja que llevaba años viviendo juntos sin casarse y que ya tiene tres hijos no creo que sean un ejemplo a imitar por novios cristianos, máxime cuando el contrayente ni siquiera era cristiano hasta el 13 de mayo, día en que recibió el sacramento del bautismo "en la más estricta intimidad" en la parroquia de Nuestra Señora de la Moraleja, a las 21.30 horas, "cuando la iglesia parroquial ya estaba cerrada al público. Un detalle con el que el futbolista se protegía de miradas indiscretas y posibles fotógrafos". Pues algo así debía haber sido la ceremonia religiosa: en una iglesia parroquial, a una hora intempestiva y en la más estricta intimidad, dada la situación y los antecedentes de la pareja. Un periódico madrileño resumió así la ceremonia: "He aquí los atributos de poder de estos nuevos tiempos, en los que hasta la liturgia se fuerza por necesidades del guión y uno de los templos principales de la Cristiandad se convierte en pista de circo para el lucimiento de un señor bautizado 'ad hoc' hace escasas semanas y una madre de tres hijos que compareció, por supuesto, de blanco virginal. El adusto arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo Peregrina, se quitó del cartel con elegancia, aunque no hace falta ser muy espabilado para imaginarse cuánta gracia le hizo a este alcarreño de Sigüenza que una empresa llamada 'La p. suegra', la organizadora del evento, dispensase acreditaciones para acceder a su sede episcopal". Recuerdo el caso de un futbolista argentino que jugaba en el Nápoles y que organizó un bodorrio en Buenos Aires el 7 de noviembre de 1989. Contrató un vuelo desde Italia valorado en 500.000 dólares para trasladar a compañeros y amigos y el banquete para 1.200 invitados se organizó en el recinto deportivo Luna Park. Fue un acto de ostentación, despilfarro y falta de respeto al pueblo argentino, que sufría una de las crisis más fuertes de su historia. Los contrayentes también llevaban años conviviendo y tenían dos hijas. Habían pretendido igualmente celebrar la ceremonia religiosa en la catedral de Buenos Aires, pero tuvieron que contentarse con realizarla en la iglesia parroquial del Santísimo Sacramento de la capital argentina. Pero esto que ocurrió en la catedral de Sevilla también ocurre en Oviedo, en cuya Catedral se celebran igualmente bodorrios de relieve. Tampoco sé cuál es el criterio del Arzobispado de Oviedo para autorizar la celebración de una boda en la Catedral. Lo que sí sé es que, cuando un sacerdote, después de haber servido a la diócesis más de 60 años, muere en la Casa Sacerdotal, situada a escasos 100 metros de la Catedral, su funeral no puede celebrarse en esta última, a no ser que sea canónigo. Pienso que la Conferencia Episcopal española debería estudiar el tema de las bodas en las catedrales y dictar normas de obligado cumplimiento para que no se produzcan esos circos en las iglesias sede del obispo. Mientras tanto, podría ser tratado ese tema en las reuniones del consejo presbiteral de la archidiócesis de Oviedo.

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