Ya sabíamos que después del fallido intento de secesión del otoño de 2017 los independentistas lo volverán a intentar, pues está en el código de barras de cualquier irredentismo nacional. Puede sorprender, no obstante, esa voluntad de pregonarlo, en la que hay cierta provocación, cierta arrogancia anticipada al resultado del juicio, cierto gusto por el martirologio (una recarga de las pilas). Sin embargo el nuevo mantra delata, sin quererlo sus recitadores, dos cosas: la primera, el reconocimiento final del fracaso del intento que se pretende repetir, de modo tal que, propiamente, es un cierre de ciclo, aunque amenace con reiniciarlo. La segunda, un subconsciente algo infantil, semejante al del niño rebelde que, tras ser reprendido por hacer una travesura, da una patada en el suelo y anuncia repetirla. Visto así, no debería influir en el subconsciente de los jueces, si son adultos.
