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El periodismo de calidad

Una nueva versión sobre la muerte de Bin Laden que no coincide en absoluto con la oficial

A los que hurgamos en la letra pequeña de los periódicos para buscar algún tema que pudiera ser de interés para el lector nos pasa como a los ropavejeros, que debemos desechar mucho material hasta encontrar algo que merezca la pena. Hace unos días, por ejemplo, me topé con una entrevista al octogenario periodista norteamericano Seymoor Hersh galardonado con el Pulitzer por haber destapado las matanzas de My Lai durante la guerra de Vietnam entre otros sórdidos asuntos. Ahora promociona un libro con sus memorias como reportero, incluyendo entre ellas su versión sobre la muerte de Bin Laden que no coincide en absoluto con la oficial. Según Hersh, el líder de Al Qaeda estaba preso en Pakistán desde 2006 y Arabia Saudí, con cuya familia real estaba emparentado, pagaba los gastos del cautiverio. Y cuando el Gobierno de Estados Unidos tuvo conocimiento del hecho acordó con el Gobierno de Islamabad su asesinato. Por tanto nada que ver con el relato oficial hasta ahora conocido, ese que incluía la incursión de un comando en territorio paquistaní, el asalto a la residencia de Bin Laden, su muerte a tiros y el traslado de su cuerpo a un barco de guerra norteamericano para, por último, ser sepultado en las profundidades del Océano Índico al objeto de evitar que su tumba se convirtiese en lugar de peregrinación. Y todo ello retransmitido en directo para la Casa Blanca con el Gobierno en pleno poniendo cara de asombro mientras miraban atentamente la pantalla de la televisión. Es dudoso que la versión de los hechos aportada por Hersh sobre ese suceso de pie a la revisión de un relato que ya se ha incorporado al imaginario popular con la misma fuerza de arraigo que la leyenda del Apóstol Santiago en la que no hay un ápice de verdad en todo lo que nos contaron. Todo falso sí, pero ahí está la monumental y bellísima ciudad labrada en piedra y los cientos de miles de peregrinos que viajan hacia ella desde hace siglos. La fuerza de los mitos (aunque "repugne a la razón" como nos enseñaron en el Bachillerato) se sobrepone casi siempre a la realidad. No sabremos nunca (o al menos en esta generación) cuánto hay de verdad y de mentira en el relato oficial de ese suceso ni tampoco sobre la actuación y complicidades del que fue considerado el "enemigo número uno de la humanidad", aquel que nos amenazaba desde una cueva en Asia. Lo que sí es seguro es que tenemos todo el derecho a dudar de que todo eso fuera cierto. Últimamente se viene hablando en diversos foros sobre el "periodismo de calidad" entendiendo por tal (al menos yo) el que ofrece una versión de los hechos lo más ajustada posible a la realidad, y con la misma vocación de objetividad que una investigación judicial. Tarea complicada, y difícil de cumplir. Wladimir Ilich, más conocido por Lenin, escribió mucho sobre ese asunto y sobre el papel del periódico como organizador de la lucha obrera y de la revolución social. Pero dudaba de que pudieran existir medios verdaderamente neutrales. Le parecía utópico.

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