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Los ¿por qué? inevitables...

¿Y quién no los tiene? Yo, y todos mis conciudadanos con los que me encuentro cada mañana. Me paran y se quejan de "lo negro que está el porvenir, y siguen... "¿por qué no tratan de arreglarlo los políticos estos que tenemos en vez de preocuparse de sus poltronas, de sus votos y de sus sueldos?".

El lenguaje de mis conciudadanos suele ser directo, y es que así se expresa el pueblo, ese por el que existe todo el aparato político cuya misión es hacer que sus habitantes vivan, si no felices, al menos con los problemas del vivir resueltos. Me gustan esas expresiones que usan porque me recuerdan, salvando los siglos, aquellas con las que el pueblo solía "fablar con su vecino". Ay, Berceo..., la comunicación ha sido un mecanismo que nos ha hecho evolucionar pero ¿de veras que hablando se entiende la gente? Ellos, mis vecinos, no lo tienen tan claro. Y yo, que quieren qu les diga...

Cada vez que enciendo la tele y me percato de cómo "está el parque", recuerdo ese axioma tan conocido y tan sensato que dice, refiriéndose a los periodos revueltos de elecciones: "No olvidemos que quien gana, gobierna y quien pierde, ayuda". Es lo razonable. Lo que sigue tras los resultados en las urnas, debiera ser que cada cual cumpla con su obligación de acuerdo con lo prometido, pues han dicho hasta el hartazgo que "todo lo hacen por el bien del pueblo", y si así fuera, no estarían sumergidos en luchas intestinas exigiendo prebendas, puestos prominentes etc., mientras el pueblo sigue sembrando, barriendo las calles, amasando pan, curando, enseñando, solventando leyes e incluso creando proyectos para que todo funcione. Es el pueblo quien sostiene este sistema del vivir haciéndole ir hacia adelante cada día e incluso cada hora sin rechistar. Sin el trabajo de todos los que no rechistan, este mundo, el único que de momento tenemos, se iría al carajo. ¿Por qué no piensan los políticos más en ellos? Ayudar es lo que procede, pero no levantando estrategias incomprensibles para que tal o cual partido se estrelle y así atrapar el poder. A fe que estoy indignada, como lo están mis conciudadanos con quienes me cruzo en cada esquina cada mañana.

Al hilo de estas reflexiones, recuerdo otro ejemplo humano que me pareció muy razonable, y como es muy aleccionador lo traigo a colación: leía yo en este mi obligado retiro de la nube un libro en donde T. H. Morgan -un genetista que murió ya en 1945- confirmó que se había equivocado en sus afirmaciones respecto a Mendel y otros investigadores de la época, pero como no era tozudo en cuanto a sus errores, en vez de enrocarse en ellos los utilizó para superar los obstáculos y desarrollar una idea hoy fundamental. Y el comentarista de Morgan advierte que: "su conversión científica es un ejemplo perfecto de una de las mayores virtudes de la ciencia, a diferencia de lo que ocurre en la política cuando aparecen hechos que introducen cambios reales, entonces los científicos son capaces de cambiar su manera de pensar". Pero los políticos suelen enrocarse en su tozudez y se les escapan las frases vacías de proyectos como las de "ganar votos", "pedir cargos", "qué hay de lo mío"... Ganar votos... pedir cargos... fama... ¿es esa la esencia del político con la que quiere ayudar al pueblo? Pero también se oye la voz lejana de una mujer -Adela Cortina- que nos alerta de que nos faltan referentes morales en esta sociedad. Y hoy, a esta cuestión, nadie parece darle importancia. ¿Por qué? ¿La ética es de rango menor en una sociedad de hoy? ¿Nos estamos acostumbrando al eco de los desfalcos, los hurtos institucionales o las mentiras sin castigo? Pero siguen sonando voces que aparecen como una alerta esperanzadora: "Todo pueblo que alcanza un cierto grado de desarrollo se halla naturalmente inclinado a la práctica de la Educación", Emilio Lledó. ¿Han oído ustedes mencionar la palabra "educación" en medio de todos estos avatares en los que nos encontramos envueltos? Raramente. ¿Les suena a ustedes la palabra Paideia? Pues sonó mucho allá por los tiempos de nuestra transición, saliendo del caos franquista. Pero todo esto se pierde hoy con el ansia de poder, y olvidan que el poder no consiste en mandar, sino en ser obedecido. Y cuando los ciudadanos, hartos, no obedecen...

Entonces qué. ¿Hacia dónde se dirige España, si la gobiernan los políticos del insulto, la ignorancia, la cerrazón o el silencio? Espero que entremos en razón. Y cuando vayan a votar, no se fíen de las promesas. Miren a la cara a los políticos y confíen en los buenos que, cómo no, también los hay.

P.D. Por no dejarles mal sabor de boca terminaré cambiando de tercio: Ayer releí cómo sucedieron los acontecimientos de nuestro reciente pasado -siglos del XIX al XX- con los descalabros de nuestras colonias, los reinados de los Alfonsos Borbones, el final triste de las dos Repúblicas y la irrupción del franquismo como remate incomprensible y pensé: ¡pero !!! si en comparación, ahora estamos en España como Dios! Aunque estos son otros tiempos.

(Los signos exclamativos son tacos)

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