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Ver, oír y gritar

Ciudadanos hartos

Sabemos que las élites económicas, es decir, el mundo de la empresa privada y el de la banca, apuestan por un baile pegado entre el PSOE y Ciudadanos que dé «estabilidad y moderación». Y permita un Gobierno que desarrolle una política fiscal a imagen y semejanza del Ibex 35. El sosiego de los mercados es lo importante, caiga quien caiga, no la intranquilidad que les produce una alianza de los socialistas con Unidas Podemos. Pero no. Albert Rivera continúa instalado en el «no es no», y no por los motivos que llevaron a Pedro Sánchez a sostener esa misma postura frente a un Rajoy agrietado por la corrupción en su partido y por su gestión de la crisis con dramáticos efectos que perduran en buena parte de la ciudadanía.

Bajo el patrocinio de las élites, la misión posible de Cs era salvar a la derecha y, ya que pasaba por ahí, adelantar a los populares. Esto último no lo han logrado ni parece probable que lo logren tras perder la oportunidad. El seísmo interno en el conjunto naranja, con serias diferencias y dimisiones, contribuye a agriar la situación y a oscurecer el presente y el futuro de Rivera, el antojadizo maquinista de la formación que alienta el blanqueo de Vox en diversos lugares, aunque intente desmarcarse de las cavernarias aptitudes de sus componentes, y da alas al grupo popular.

Antes o después, el bipartidismo volverá a instalarse si las cosas continúan en esta dirección. El PSOE se quitaría la piedra de Podemos que tiene en el zapato, como socio preferente, y la derecha quedaría aglutinada de nuevo en el PP, al que aún le quedan viacrucis pendientes por asuntos relacionados con la corrupción. Inés Arrimadas, Pablo Casado y compañía se adueñan de la constitucionalidad, interpretándola a su modo y tomando café con Vox, y niegan el pan y la sal al ganador Sánchez. ¿Prefieren nuevas elecciones? ¿En esto consiste la lealtad a España y a sus electores?

Una abstención no está reñida con la oposición que se puede hacer, si bien los socialistas requieren sostenimiento y apoyos más allá de la investidura. No obstante, recordemos lo de «Con Rivera, ¡no!», grito de la militancia y de muchos simpatizantes del PSOE. El giro a la derecha de Ciudadanos, en los últimos meses, descubre la auténtica cara de sus miembros más tercos. Las contradicciones, los cambios ideológicos y la venta de productos adulterados provocan la guerra con un sector crítico que encabeza Luis Garicano y que pide reconducir la política de pactos, negociar con Sánchez. La ruptura de Manuel Valls, la marcha de Toni Roldán, Javier Nart o Juan Vázquez, de momento, suponen un coste. Queda por ver el coste total de la estrategia de Rivera. La dignificación de la vida política sigue siendo una asignatura pendiente.

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