Así de contundente ha sido el Tribunal Supremo, en relación con la violación de «La manada» en los San Fermines de 2017. Lo que la calle veía tan claro, el clamor popular reclamaba y las entidades feministas exigían, al fin ha encontrado reconocimiento de los tribunales. Fue una agresión sexual, valiéndose de la prevalencia numérica -eran cinco- y por la fuerza. Uno de los violadores del grupo que robó su móvil (para impedir que pidiera ayuda) cumplirá dos años más. El resto pasarán de los nueve años de la primera condena por abuso, ahora revocada, a quince de prisión. Ingresarán en los próximos días. No se puede permitir que la resistencia frente a una violación suponga la muerte de la víctima. Que solo se considere agresión sexual si la mujer pone en riesgo su vida. Igual que no la pondríamos ninguno si nos acorralaran cinco hombres en un portal para robarnos la cartera. Nadie esperaría de nosotros resistencia física para considerar que lo que allí se produjo fue un robo. ¿Por qué cuando se trata de la libertad de las mujeres tenemos que esperar que pongan en riesgo su vida para condenar los hechos en base a lo sucedido? ¿Por qué esperamos a que mueran?La violencia es siempre violencia. Es inequívoca, no puede disfrazarse y no puede enmascararse, maquillarse u ocultarse. El machismo y el odio hacia las mujeres produce decenas de víctimas inocentes cada año en nuestro país. Y no podemos continuar mirando hacia otro lado cuando se trata de la integridad moral, física y la vida de las mujeres. Es imprescindible continuar en el camino de la igualdad de trato y de derechos, esto es, en una sociedad feminista donde los valores humanos del respeto se impongan frente a la desigualdad y la discriminación. No caben medias tintas ni retrocesos.Los operadores jurídicos deben tener información y formación para entender que el machismo y la violencia contra las mujeres es un fenómeno global que debe ser erradicado, urgentemente, de nuestra sociedad. Es una prioridad introducir la perspectiva de género como herramienta para detectar la desigualdad, identificarla, aislarla y combatirla, y enseñar a aquellas personas que se dedican profesionalmente a impartir Justicia a utilizarla. Porque no hay ni habrá Justicia si se deja fuera a la mitad de la población mundial, si no se consideran sus circunstancias y no se atiende a su realidad.