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La maldición de Rubiales

El presidente de la Federación suma en un año y cinco días su cuarto seleccionador

Maldición, gafe o simple mala suerte, muy mala. Llámenlo como quieran. A Luis Rubiales, por una cosa o por otra, los seleccionadores le duran menos que un "frigopie" al sol de agosto en una playa andaluza. En un año y cinco días lleva cuatro. Unos por traidores, otros por interinos y otros porque hay cosas más importantes que el fútbol, han ido desfilando ante los ojos de los que aún esperan algo de la Roja.

Se va Luis Enrique para atender asuntos de los que verdad importan. En su lugar se queda Robert Moreno, uno de los escuderos del técnico gijonés en los últimos nueve años, y que ya ha estado al frente de la selección durante los partidos en los que Luis Enrique estuvo ausente. El nuevo seleccionador ha sido recibido, cuando menos, con dudas, dado que nunca ha sido primer entrenador. Así que o empieza a ganar pronto -complicado no lo tiene dado los rivales que se avecinan (Rumanía e Islas Feroe)- o el melón del debate sobre si es el idóneo para el cargo se abrirá solo.

Al margen de los resultados, habrá que ver cómo Moreno -otra vez su falta de experiencia al mando- se las ingenia para torear con lo más florido del balompié hispano. Y es que no estaría mal recordar que, al margen de su trayectoria, sus títulos y demás, la elección de Luis Enrique se debió a que no se casaba con nadie, ni con estrellas del balón, ni con potentados de los medios. Entre otras cosas, Rubiales quería que Lucho pusiera orden en las concentraciones y que restara poder a Ramos, Piqué y compañía, quejoso el presidente de que en el Mundial de Rusia -ese que dio con los huesos de Lopetegui en el paro a dos días del estreno de la Roja- los jugadores decidieran las horas de los entrenamientos, los días de descanso...

Algo parecido a lo que le afeó el tito Floren a SR4 tras la debacle de la Liga de Campeones ante el Ajax en el Bernabéu, y aquellos 40 millones de euros que se esfumaron por irse antes de tiempo del torneo de torneos. Ahí está la principal duda con Moreno, si será capaz de tener los galones suficientes como para dar cera a las criaturas cuando se salgan del guión o se repetirá la maldición de Rubiales.

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