Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los animales nos inician en el amor

Impregnado entre la dulzura, llegó él, con cierto encanto fue cariñosa comprensión que se extiende a lo largo del día.

Mi amigo llegó en una época de impresionante austeridad afectiva. Creo, que los años son el peso que entristece el ánimo, y trastornan la lectura de la realidad. De jóvenes somos la calleja en la que se esconde un beso y de mayores en cualquier beso vemos un callejón sin salida. Bien, pues con semejantes acontecimientos, mi amigo lo tenía difícil. El sentir no es discípulo de la voluntad; no escribe romances por encargo, es traducción incomprensible de las circunstancias y tiempo que influencia todos los matices. Los padres de mi amigo son pastores, su austero empaque es suposición de temperamento.

El campo transforma lo natural en brío, y hace visible el valor que es apogeo del instinto. Pienso que la modestia de sus ancestros es la consecuencia de su temperamento: cuando come lo hace a lo grande y cuando ama también. La pureza de todos los seres vivos está en la transmisión: manantial por el que se desbordan todos los afectos.

Debo confesar que mi amigo es infatigable, su excelso cariño le lleva a darme besos cada cinco minutos; junto a él descubrí el amor que no vive sometido por el egoísmo y la influencia, el mismo que se vive con la práctica interpretativa del instinto. Mi amigo es melenudo, tiene cuatro patas y es un perro. Los animales nos inician en el amor...

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats