Al contrario que en la extraordinaria película antibelicista de Stanley Kubrik, los senderos de gloria que han conducido hasta la final al Hércules no tienen visos de acabar en el desastre de la toma de la colina de las tropas francesas en la primera guerra mundial. La gloria está al alcance de la mano. Alicante huele a pólvora y a Segunda División. Los senderos por los que Planagumá ha conducido al Hércules durante toda la temporada, en ocasiones desalentadores o erráticos, sembrando algunas dudas con un juego deslucido las más e inoperante cara a gol, le han llevado a un final de temporada que puede ser glorioso si la eliminatoria que resta da con el equipo en la ansiada categoría de plata. El balance exitoso confirmará que Planagumá tenía razón y que el camino que eligió era el correcto para acometer el objetivo impuesto cuando fichó por el Hércules.

Parece que en esta maldita Segunda B solo hay dos senderos que te llevan a la gloria. Uno arrollando, como hiciera el curso pasado el Mallorca o en este el Racing de Santander, u otro, el que apuesta por competir con un conjunto construido desde la defensa, en el que el cero en la portería propia se toma como el inicio de la victoria. Sin echar el cerrojo, pero con un candado en la portería. Un estilo que da prevalencia a lo defensivo sobre lo ofensivo, pero que al tiempo da un plus en los encuentros típicos de promoción, ajustados y en los que la portería a cero es oro en paño.

Contra Barakaldo y Logroñés, los segundos partidos, como local y visitante, se han solventado a favor del Hércules desde su extraordinario sistema defensivo, que comienza en un rejuvenecido Falcón, y extiende sus tentáculos por todo el terreno de juego. Todos se ponen el mono de trabajo, y con mayor o menor acierto aportan su granito de arena a un sistema que necesita de la solidaridad en el juego.

Mi buen amigo Escribano excompañero de la extinta CAM, y exjugador del Hércules, me comentaba que Planagumá había logrado llevar al equipo en su mejor momento de forma de toda la temporada a la promoción. Y parece que razón no le falta al ya expresidente de los veteranos. El rival a batir, la Ponferradina, que disputó al Fuenlabrada, campeón de campeones, el liderato hasta la última jornada, juega en El Toralín, en el que el Hércules salió derrotado en sus tres visitas, dos de ellas abultadas. Pero los augurios en este año son buenos, tras el ascenso de los juveniles a División de Honor y del filial a Tercera. La guinda, para San Pedro y San Pablo, en manos de los mayores.