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Pura empatía

Eloy Arenas dirige la gala solidaria de la Fundación Isabel Gemio en el Auditorio de la Diputación

Este viejo zorro de los escenarios tiene un acentuado sentido del humor en la vida y en su trabajo. Es Eloy Arenas. Ha dirigido la gala solidaria de la Fundación Isabel Gemio, que contribuye a la investigación de enfermedades minoritarias y financia proyectos de investigación. De eso se trata, y por eso ha tenido lugar el espectáculo Empatía en el Auditorio de la Diputación de Alicante. «No se valora la ciencia», dice Gemio. Un documental, Jóvenes invisibles, expone la realidad de algunos afectados por estas enfermedades raras. Se pudo ver en el pasado Festival de Cine de Alicante, y ahora se ha visto una síntesis de él, de la misma manera que suenan versos de Miguel Hernández con la hondura sentimental del poeta y las voces de Fran Nortes, Rebeca Valls y Eloy Arenas. «Me duele hasta el aliento», se dice en Elegía. Y otros poemas como Menos tu vientre, Nanas de la cebolla o La palmera levantina. Es decir, «la que araña los luceros». La música de Óscar Esplá, Aitana, a través del ADDA Simfònica, dirigida en esta ocasión por Miguel Ángel Navarro, puso el acompañamiento que el trío necesitaba para emocionar un poco más aún a la nutrida concurrencia. El turno para el conjunto alicantino Mailers trajo temas de pop melódico y pop-rock, y también empatizó con la gente. Un segundo, No soy tan fuerte o Aló. No es la primera vez, por cierto, que el grupo toca acompañado por una orquesta sinfónica. Los juegos mágicos los puso Nacho Diago en una «noche mágica». Entre otras cosas, Eloy Arenas hizo cosquillas con su crítica al lenguaje políticamente correcto. «El futuro es mujer con derecho a equivocarse como el hombre», afirma. El rapero Nach lanzó su poesía urbana, sus gritos de rabia en busca de algo mejor. «Estoy intentado ser más insensato». La orquesta y un amigo al piano estimulaban sus combativas letras. La generosidad, en fin, mueve montañas. Y ese impulso ha sido responsable de todo ello. Isabel Gemio firmó ejemplares de Mi hijo, mi maestro, libro con el amor y el dolor de una madre al igual que otras en parecidas circunstancias. Tchaicovsky y Shostacovich tampoco faltaron a la cita con el entretenimiento y la solidaridad.

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