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Manolo Alarcón

Todo un lujo

Tener por primera vez dos conselleras ilicitanas y que de ellas sea Mireia Mollà -la persona que más caña le ha dado aunque fuese de puertas adentro estos cuatro últimos años- era la guinda del pastel que le faltaba al alcalde de Elche, Carlos González, para evitarse nuevos problemas con su hasta ahora socia. Con doce concejales y mayoría absoluta gracias a Compromís, que va principalmente a sumar de la mano de Esther Díez; con Ximo Puig mandando en València y Pedro Sánchez en Madrid, no habrá excusa alguna para culpar a otros de que los proyectos que necesita la ciudad no salgan adelante. Y veremos a más ilicitanos en cargos intermedios apoyándole. Al tiempo.

Por si fuera poco, no se atisba una oposición-oposición que pueda sacarlo de sus casillas. Pablo Ruz ejerciendo de senador y resolviendo las cuitas que el PP siempre ha tenido; Eduardo García-Ontiveros, quien se ha hecho cargo de un partido con muchos problemas internos y que a día de hoy anda buscando culpables al mal resultado de las municipales (los señalados son Emilio Argüeso y Luis Crisol); y Amparo Cerdán, de Vox, a la que aún le queda mucho que aprender.

Y aún tiene muchas más cosas de cara: los cuarenta y tantos millones que la Generalitat le tiene que dar a la ciudad a cuenta de los terrenos de la UMH, los fondos Edusi y los Edificant..... También los proyectos a medias que se ejecutarán y que deben consolidar asuntos mayores, como son los proyectos científicos y tecnológicos ligados a la Universidad de Elche.

A Carlos González las circunstancias le han puesto ante sí una alfombra roja sin enemigos a la vista para que la ciudad progrese y él también. Es cierto, no tiene la lista que le hubiera gustado, pero eso él nunca lo va a criticar porque es un hombre de partido, un corredor de fondo. Ni el tener ante sí las mejores circunstancias para estos cuatro años le van a cambiar un ápice de su forma de ser ni acelerarle el pulso. Lo demostró ayer cuando el primer día de mandato no dio un paso visible ni por esos 37.351 ilicitanos que le votaron el 26-M porque ya no tiene necesidad y se dedicó a opinar del nuevo Consell sin decir nada que no supiéramos. Y vivir así en política es todo un lujo.

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