Decimos "la gente opina" o "la gente piensa", pero hay distintos modos de gente, básicamente tres. Está la gente en particular, o sea, el cada uno de la gente, donde la hay lista y no, pacífica y violenta, moderada y radical, etcétera. Luego está la gente en masa, una entidad que se forma a cada tanto, y resulta del todo impredecible. Y por último está (menos mal) la gente en general, que a la hora de la verdad es la que cuenta y manda.
La gente en general habla ante la urna sin despegar los labios, y en España desde hace más de cuatro décadas no se ha equivocado a la hora de poner a unos, quitar a otros y hacer combinaciones que a veces parecen raras, pero acaban funcionando.
La gente en general es el gran capital político de España, y ayer hemos visto lo que quería al votar el pasado 26 de mayo, aunque el cada uno de la gente pueda sentirse traicionado. El cada uno nunca está conforme.