«Begin the beguine» es una coplica de Cole Porter pero que, en nuestro cine, dio título a una peli de José Luis Garci (1981), protagonizada por Antonio Ferrándis, José Bódalo y Encarna Paso, entre otros, y que supuso un Oscar para el cineasta español. La «piluquila» narra la historia de un exiliado que, con la restauración de la democracia, tras la muerte del general Franco, vuelve a su pueblo, donde se encuentra con su amor de juventud. La traducción libre de «Begin the Beguine» sería algo así como «Volver a empezar» o, más libre toda todavía, «Más de lo mismo», lo que, en «vegabajero» sería «Cómo sé que te gusta el arroz con leche, por debajo de la puerta te echo un ladrillo».

Pero al margen de que la cosa sea un «volver a empezar», también me suena a algo parecido a un «déjà vu», lo que viene siendo algo así como una «situación vivida con anterioridad». ¡No me diréis que no, porque la situación es la misma a la de hace cuatro años! Entonces, Bascuñana y su PP, que estaba avalado por las cúpulas conservadoras a nivel provincial y autonómico, es decir José Ciscar, Isabel Bonig y Eva Ortiz, aunque al poco de tomar posesión del sillón cambiaron el criterio, el discurso y las tornas -se lo querían cargar como fuera-, sacó once concejales, dos más que ahora, mientras que cuatro años después don Emilio, que encabezaba una candidatura que no querían en Valencia y Alicante, sólo era «mantenido» por Génova, lo que, se quiera o no, dividió, aún más, a los «gavioteros oriolanos», que iniciaron una reyerta/batalla, con «puñalás traperas» incluidas, entre dos bandos bien diferenciados, «bascuñanistas» y «damasistas».

Hace cuatro años se llegó al pleno de constitución de la nueva corporación sin acuerdos para formar un gobierno estable. Ciudadanos, sabedor de la fuerza e importancia que tenían sus tres concejales, López-Bas (hoy diputado), Mar Ezcurra y Luisa Bonet -aunque «el jefe naranja», que siempre ha ido por libre, era y es otro- , pusieron precio y jugaron sus cartas, poniendo contra las cuerdas a los populares, de quienes arrancaron acuerdos muy ventajosos para sus intereses. ¡Luego demostrarían saber gestionar, creo!

Cuatro años después, con los populares en peores condiciones para negociar -han perdido dos sillones en el salón de plenos, lo que supone los peores resultados del PP en la historia de la Muy Noble-, los naranjitos más crecidos que nunca -han conseguido dos representantes más en la casona del marquesado de Arneva- han planteado -según me cuentan mis gargantas profundas- una serie de exigencias/reivindicaciones a Bascuñana para reeditar el pacto que le dio cierta estabilidad al gobierno oriolano, aunque don Emilio, con el tiempo, tildaría a Cs de «partido garrapata». Son, por decirlo de una forma, casi los mismos perros con distintos collares, porque Cómodo y Máximo, emperador y general, siguen al frente de su formación, pero López-Bas ha dado paso a un José Aix que está muy verde, aunque sus bastones de apoyo, Bonet y Ezcurra, tienen la experiencia adquirida en los últimos cuatro años. Y todo apunta a que Cómodo, con tal de mantenerse en el sillón, que ya tiene la forma de su «bul/rulé/trasero», tragará con lo que le echen, pero siendo consciente de que, en los próximos meses y «a poco que se tuersa/cantee», se le puede presentar la misma situación que hace unos años, cuando desde la bancada opositora se presentó una moción para echarlo que, aunque parece que no se acuerda, fue frenada por Cs, formación que ahora estaría por la labor de secundar una propuesta de «sosiatas» y «cambistas» en ese sentido.

Cómodo y su general saben que tienen una espada de Damocles encima, por lo que deben aprobar una reválida diaria, ya que naranjitos y rojeras no concretaron sus acuerdos para repartirse la alcaldía dos años cada uno porque «los verderoles» no se fiaron de que ese pacto se cumpliera, dando la alcaldía, por ser la candidatura más votada en las urnas, a unos populares que están de capa caída y que veremos si remontan el vuelo, porque «su gaviota está más quemada que la moto de un hippy». ¡Ay si Manolo Fraga levantase la cabeza!

¡Me asalta una duda! Teniendo en cuenta que don Emilio repite, ¿hay que darle los cien días de cortesía para enjuiciar su gestión o, por el contrario, hay barra libre para exigirle desde el minuto cero? ¡Esto, más que un «volver a empezar», es un «déjà vu», creo yo!