Si hace unos días comentaba el debido respeto a las instituciones, la semana pasada nos sorprendió una vez más la diputada de Junts Per Catalunya (creo que ahora se llama así) Laura Borràs, con una frase dirigida al Jefe del Estado: «Los catalanes no tenemos Rey».

Desde luego que sí que lo tienen, le guste o no, quizá así lo siente porque Cataluña nunca fue un reino, ni siquiera una nación, Cataluña es una autonomía y es el Jefe del Estado quien representa y personifica la unidad de España según establece el artículo 56 de nuestra Constitución, asumiendo la más alta representación del Estado español, por tanto es el Rey de todos, catalanes incluidos.

La señora Borràs debería al menos respetar esa institución y no tergiversar una vez más la norma constitucional que, le guste o no, nos afecta los cuarenta y seis millones y medio de españoles incluidos los siete millones seiscientos mil catalanes, a los que ella no representa en absoluto y cree (no sé si convencida o no) que Franco utilizó a los andaluces «como instrumento involutivo de colonización lingüística».

Son muchas las frases atribuidas a dicha diputada, amante de los coches de alta gama, y que por lo visto se siente víctima del Estado opresor y discriminada, ¿por quién?

Creo sinceramente que el tema de Cataluña a alguien se le ha ido de las manos, como lo demuestra el trato que se le viene dando a Oriol Pujol Ferrusola, -secretario general de Convergència cuando Artur Mas era presidente de la Generalitat y quinto hijo de Jordi Pujol-, con la reciente aplicación a su caso del artículo 100.2 del Reglamento Penitenciario, artículo que contempla la flexibilización del régimen combinando aspectos del segundo y tercer grado penitenciario. Es por tanto una medida excepcional que necesitará la ulterior aprobación del juez de Vigilancia.

Así, el día 30 de mayo pasado la Generalitat volvió a «saltarse a la torera» lo que decretó en su día la juez de Vigilancia al revocar el tercer grado, aplicando el 100.2 del reglamento, como salida alternativa, y nuevamente el recurso de Fiscalía.

Es demencial este juego de poderes que la Generalitat está iniciando, quizá como ensayo de lo que se avecina ante la futura sentencia del procés. No es que produzca indignación, es que produce estupor que ante nuestras narices se estén produciendo esos movimientos de los grupos independentistas que envían a la Zarzuela a una señora para que le falte al respeto al Jefe del Estado y de carambola al resto de los españoles, con el talante de ese racismo visceral cuyo exponente es el señor Torra, delegado en Cataluña del prófugo Puigdemont.

Con personajes como la señora Borràs vamos a tener muy difícil ese famoso diálogo que tanto se pide, ya que la ignorancia de nuestra historia nos lleva a elucubraciones como la de que los Oretanos (tribu ibera de la zona del Ebro) fueron los que fundaron Cataluña, obviando el Reino de Aragón y que el poeta Quintiliano hizo sus poemas en catalán.

En fin, comenzamos hablando de respeto y terminamos hablando de errores y deberíamos decir con Confucio: «Cometer errores y no cambiar uno mismo es verdaderamente un error».