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La andanada

Otro milagro de la primavera

¿Lo aprovecharán? ¿Cumplirán la justicia que siempre hubo para con los triunfadores?

Hablábamos hace una semana de la amplia nómina de toreros que están cosechando triunfos importantes en lo que lleva transcurrido de este larguísimo San Isidro. Nombrábamos, como máximos exponentes por sus salidas a hombros, a Miguel Ángel Perera, Roca Rey y David de Miranda. Y también, desde el pasado sábado, hay que añadirles a Antonio Ferrera, que abrió de par en par la doble hoja de la gloria madrileña con dos faenas plenas de creatividad y buen toreo que le depararon tres orejas de los debutantes «zalduendos». En algunas de sus formas bebe el extremeño directamente del maestro Manzanares. Sin duda.

Y mientras tanto, van conociéndose los carteles de las ferias del verano, y uno contempla con estupefacción cómo, por ejemplo, a algunos de esos toreros que han brillado en Las Ventas se les niega el lugar meritoriamente ganado. Desde luego, nunca se ha entendido que quien triunfe en el ruedo (sobre todo en Madrid) sea ninguneado luego en los despachos. Pero ahora, con la oportunidad que se les presenta a los empresarios para abrir los carteles e incorporar novedades con tantos argumentos, parece que sería menos comprensible todavía. En principio lo de Pablo Aguado ha resultado tan impactante que su nombre ya no puede faltar de cualquier feria que se precie. La conmoción producida por el torero sevillano que hizo callar a los tendidos de Madrid, y de quien se habla todavía aun sin cortar orejas, no se recordaba desde hace mucho. Seguramente desde aquellos años, hasta los 90, en que una puerta grande en Madrid ponía a un torero en todas las ferias de España. Nombres como Roberto Domínguez, Fernando Lozano, Javier Vázquez, Mariano Jiménez, Finito de Córdoba o Julio Aparicio salieron disparados a recorrer España. En ocasiones hasta el corte de una sola oreja daba la oportunidad y merecía un puñado de contratos. Veremos si este Pablo Aguado sigue apareciendo en las ferias hasta el final de temporada.

La nómina actual de diestros que nos ha traído la primavera y merecen verse anunciados, si no en todas, sí en muchas tardes de feria por la piel de toro, ofrece a los empresarios un panorama que hace no mucho ni soñaban. ¿Lo aprovecharán? ¿Cumplirán la justicia que siempre hubo para con los triunfadores? A los Perera, Roca Rey, De Miranda y Ferrera hay que añadir a Diego Urdiales, Juan Ortega, Román, Emilio de Justo o Paco Ureña como incuestionables valores en alza. Por otro lado, aun cortando algún trofeo, pierden enteros López Simón, Álvaro Lorenzo o el propio Ginés Marín, a quien el palco birló una puerta grande el jueves demandada por el público, aunque no acabó de explotar con un gran lote de Domingo Hernández.

Con todo el panorama de coletudos descrito, a los que habría que añadir a la grey consagrada de los Juli, Morante y Manzanares, las combinaciones que van saliendo no dejan de crear cierto desasosiego y sensación extraña. Algunos están merecidamente, pero poco. Otros no aparecen. Y siguen estando, sin embargo, algunos que suenan demodé, fuera de cacho.

Si en esta temporada que tanto apunta, no consigue el empresariado argumentos suficientes para renovar las ilusiones de público y aficionados y programar ferias de variado encanto, algo muy grave estará pasado. Y más grave aún si pensamos (recordamos, más bien) en el erial de las novilladas, cantera única y verdadera donde se forja el futuro cada día. Se hace necesaria una revisión porque andamos en tiempos de zozobra. No vale con una actitud conservadora como antaño, donde cada cual estrujaba la gallina de los huevos de oro porque seguramente los de atrás generarían una nueva. Ahora el cortoplacismo puede resultar letal.

Como muestra y botón de todo esto tienen ustedes la próxima Feria de Hogueras. De gestación algo inconsistente, la apuesta de Casas ha revalorizado sobre todo el primero de los carteles. Bien es verdad que se urdió antes de San Isidro, para bien y para mal. En ella están ahora mismo todas las grandezas y miserias del taurinismo al uso. Veremos por cuáles apuestan. Ojalá no tengamos que lamentarnos de una primavera perdida.

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