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Francisco José Benito

La cuarta vía

F. J. Benito

¿Qué hemos hecho los alicantinos para que el ninguneo de Madrid y València sea crónico?

La falta de acuerdo para que llegue agua, el bloqueo del Imserso, la exclusión del plan para alquiler barato y, muy grave, tras inaugurar las nuevas instalaciones de la Unidad de Trastornos Alimentarios, nada se sabe del Hospital de Día, que sí tienen Castelló y València

Hacienda veta el acuerdo para desbloquear el convenio que regule la llegada de agua del Júcar a la provincia a buen precio -a que fuera de calidad hace tiempo que renunciaron los unos y los otros-, y no como si la trasvasaran desde los icebergs del Ártico. Hacienda, una vez más y en esta ocasión no se le puede echar la culpa a Cristóbal Montoro, cancela el programa de vacaciones del Imserso. Sus gestores se empeñan en que los hoteleros, entre otros en España decenas en la Costa Blanca, continúen trabajando con los precios congelados desde hace 10 años y, por lo tanto, ser los que, a la hora de la verdad, financien las vacaciones de miles de jubilados españoles. Fomento considera que en la provincia de Alicante, donde llegan a pedirse 1.200 euros al mes por un piso de 70 m2, y no hablemos del alquiler turístico, la tarifas que pagan los inquilinos por vivir de renta no están tensionadas. Por lo tanto, no hace falta intervenir a medio plazo, porque entre las ciudades donde de verdad existe un problema del alquiler destaca el caso de ¡¡Melilla!!

Y cuarta y cruel. Los pacientes alicantinos afectados por trastornos alimentarios (entre otros, la terrible anorexia para que nos entendamos) añaden a sus preocupaciones diarias el desconocer, cuando ya vamos hacia julio, qué va ser de ellos este verano cuando el personal de la Unidad de Trastornos de la Alimentación en el Hospital de Sant Joan disfrute de sus merecidas vacaciones. La misma que los que gestores aseguran tras el escándalo del cierre, que en este año no habrá clausura temporal ni en los peores escenarios. Algo se ha avanzado porque esta semana se inauguraron las nuevas instalaciones, pero la incertidumbre persiste porque sin profesionales no hay servicio y, otra dotación fundamental para las personas afectadas es el Hospital de Día, que sí funciona desde hace años en Castelló y Valéncia.

Tras los ejemplos, la pregunta. ¿Qué hemos hecho los alicantinos para seguir siendo una especie de reino de taifas, en el que pagamos nuestras parias pero sin recibir nada a cambio? Y no vale aquello de pagar impuestos para que no nos ataquen los cristianos, que fuera la finalidad de la tasa en el siglo XII.

Esos cuatro ejemplos, de actualidad en los últimos diez días, y algunos casi permanente, vuelven a dejar claro lo que desde hace años se viene sospechando en Alicante, que somos una provincia que, tanto Madrid como València, consideran un trozo de España en el Mediterráneo donde solo parece importarnos las fiestas y que salga el sol por las mañanas para que sigan viniendo los turistas. Legislatura tras legislatura, la falta de soluciones y el ninguneo que sufre la provincia se van cronificando hasta el punto de que ya no parezca importar en Madrid o València, gobierne quien gobierne, hasta quién pueda ser el alcalde de la capital, Alicante, vista la rifa en que ha entrado la vara de mando municipal tras la últimas elecciones, o el bochorno del gobierno municipal que nos tocó en suerte tras los comicios de 2015.

Agua. Hablamos de un bien que todos sabemos que tiene fecha de caducidad, aunque, de momento, siga saliendo del grifo, aunque para ello estemos esquilmando los acuíferos, y haya poblaciones que captan ya el agua a 500 metros de profundidad. Pozos donde está prohibido la extracción desde hace 25 años sin que la misma Administración que lo prohibió intervenga para solucionarlo por la cantidad de intereses creados que hay en torno al «oro blanco». A nadie le interesa hoy arreglarlo. Las grandes empresas hortofrutícolas que tienen toda la producción vendida en Europa volverán a pagar este año el agua al precio del petróleo, sea desalada o mineral embotellada, y al final los únicos que perderán a medio plazo serán los pequeños agricultores, sus comunidades de regantes, y en su conjunto, la provincia de Alicante y nuestras futuras generaciones.

No voy entrar a valorar la actitud de un cargo público que ha llegado a soltar en público hace unos días a los agricultores que lo mejor sería quemar, sí lo que han leído, las explotaciones porque no hay agua para trasvasar. En la provincia de Alicante, el agua es un bien finito. No faltará este verano, ni el próximo, ni el siguiente, pero llegará el año, más pronto que tarde, que los acuíferos, los mismos que fueron de declarados sobreexplotados a finales de los 80, se secarán y entonces ya no habrá remedido. Soluciones las hay, algunas planteadas desde la República, pero nadie las quiere afrontar.

Turismo. Y si el problema del agua es real, lo que está pasando con el pliego de condiciones del programa de vacaciones de la tercera edad no tiene desperdicio. Un programa social que surgiera en los tiempos del socialismo real en España, cuando alguna mente privilegiada dio con una clave para luchar contra le estacionalidad y lograr que los hoteles tuvieran ocupaciones dignas en temporada baja. Subvencionamos las vacaciones de los jubilados y a la vez mantenemos operativos hoteles y plantillas. Un plan perfecto ni no se hubiera ido deteriorando hasta el punto de que hoy hay jubilados con pensiones de dos mil euros al mes que tienen los mismos derechos a una plaza en Benidorm que los que cobran 500, y el precio que cobran los hoteles está congelado en los 22 euros persona y día (tres comidas, seguro, animación y el hotel como los chorros del oro). Veintidós euros, lo que cuestan tres gin tónics en un noche de sábado. A final todo ha estallado. Muchos hoteleros hace tiempo que renunciaron a trabajar a unos precios que terminan contaminando la tarifas en general y ahí arranca el verdadero problema. ¿Cómo le dices al sesentón de Londres que debe pagar por su plaza lo mismo que el abuelo de un pueblo de la Meseta?

Lo del Imserso clama al cielo, pero que Fomento no considere urgente buscar una solución a los problemas que tienen los alicantinos para vivir de alquiler qué quiere que les diga. Curioso, además, que sea un Ministerio gestionado por el mismo partido que coordinó Vivienda en el Consell la pasada legislatura y que ha trabajado por buscar una solución. Pues no, Ábalos no debe pensar lo mismo que Ximo Puig y María José Salvador, hoy premiada con la vicepresidencia de las Cortes sin haber terminado, por cierto, su trabajo en el Consell

Sanidad. Y lo más sensible en estos momentos. Andrea, una de las pacientes de la Unidad de Trastornos de la Alimentación del Hospital de Sant Joan lo dejó clarito el domingo pasado en este periódico. ¿Qué pasará este verano con su unidad? ¿Contará con personal? El aviso está ahí. Si se vuelve a cometer el mismo error por las vacaciones de sus profesionales y se redujera la atención, sería de Juzgado de Guardia, pero del real, no el de la serie. Y al fondo el Hospital de Día para estos pacientes. ¿O se tienen que ir a vivir a València o Castellón?

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