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Apuntes

Pere Rostoll

Una cumbre de dos derrotados

La noche de las autonómicas del 28 de abril, un exaltado Toni Cantó, tras conocer los resultados que certificaban la continuidad del Pacte del Botànic y mantenían a la derecha en la oposición, se vanagloriaba como gran logro de su campaña haber superado por un escaño a Compromís sin citar la ventaja para Ciudadanos que suponía que ese día también se abría la urna de las elecciones generales. Al tiempo, Cantó se autoadjudicaba el papel de líder de la oposición en las Cortes Valencianas aún cuando el PP de Isabel Bonig, pese a su formidable batacazo que le hundió de 31 a 19 diputados, le sacaba todavía un parlamentario. Como réplica a los excesos verbales y de lenguaje gestual del actor que encabeza Ciudadanos, ese margen mínimo en la lucha por la supremacía conservadora le insufló oxígeno a Bonig para proclamarse como jefa de la oposición. Llegaron las municipales de mayo. El PP aguantó frente a Ciudadanos y cavó su última trinchera defensiva en la provincia con la Diputación y el gobierno de la capital como banderas. Pasada esa fiebre de las urnas, aparece la cruda realidad: ni Bonig, cuestionada como casi toda la cúpula del PP, ni tampoco Cantó, al fin y al cabo lejos de cubrir expectativas electorales, pintan nada. La victoria, con este sistema de partidos, no se mide por el número de escaños sino por la opción de gobernar. Y la una y el otro van a la oposición. Esa es la ficha final. Así que la reunión de ayer en València, pásmense, para hablar a 180 kilómetros de distancia de pactos en Alicante, el único territorio de la Comunidad en el que el PP y Ciudadanos pueden mostrar algo positivo, es la foto-fija de los resultados de Bonig y de Cantó. La cumbre de dos derrotados.

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