A fuerza de dejarnos llevar, va a ser verdad que somos una comunidad de bobos andantes parecidos a esos zombis de las películas de terror que van cayéndose a pedazos por el mundo y que les resbala todo lo que pasa, excepto alimentarse, que por ahí no pasa ni el muerto viviente más atolondrado. Los representantes del pueblo soberano saben de la existencia de los bobos zombis y hacen de sus políticas una oligarquía consentida, dado que los zumbados no van a protestar ni de lejos, mientras tengan algo que llevarse a la boca.

Los políticos oligárquicos engañabobos son una casta antigua, pero renovada con las nuevas tecnologías. Saben engañar porque le viene de cuna, pero ahora tienen muchas más herramientas para hacerlo. De todos es sabido que en las campañas electorales, donde se juegan el poder como si fuera una partida de póquer, tiran los cebos para que los bobos enganchemos. La fórmula magistral es la de mentir como bellacos en lo que se supone que más nos importa a los mortales, los dineros.

Todos tienen en sus flamantes programas bajadas masivas de impuestos que chocan de lleno con el aumento de la calidad de vida, pero eso son minucias, porque siempre podrán recurrir a las estratagemas de siempre, nos hemos equivocado o lo impone Bruselas. Con estas premisas ya pueden hacer subidas masivas de impuestos que repercuten en el empeoramiento de la calidad de vida, eso sí, todo más que justificado.

Los bobos engañados, es decir, todos los españoles, miramos con asombro contenido que los combustibles suben sin parar o que la electricidad sigue provocando desastres familiares y personales, por no hablar de los desahucios, las listas de espera sanitarias, la falta de profesorado en las escuelas, la precariedad y falta de empleo o el deterioro de las infraestructuras básicas.

Por desmenuzar un poco el engaño, los combustibles tienen la friolera de cuatro impuestos que suponen casi un 60% del precio que pagamos, es decir que de cada 100 euros, 60 son de impuestos. Con la electricidad, un bien básico para vivir, pasa algo similar, el 60% de nuestra factura son impuestos varios. Está claro y diáfano que tanto los combustibles como la electricidad repercuten en todos los servicios básicos de los ciudadanos, trasporte, mercancías, alimentación, sanidad, educación... que los pagamos un sesenta por ciento más caros.

Si tenemos que seguir votando a engañabobos y sin la más mínima posibilidad de que quien no cumpla sus programas se vaya de vuelta a casa, quizás lo más apropiado sea dejar de votar hasta que algún iluminado o valiente cambie el sistema. O por el contario, seguir siendo bobos andantes.