La Guardia Civil, según contó un coronel con mando en plaza -¡éste sí!- en una conferencia a la que asistí, en el Auditorio de la Lonja, con motivo del 175 aniversario del cuerpo, tuvo como antesala a los «somatenes», aunque Pepeluí Bernabé, sin «K», les llama -¡no sé por qué!- «somatones». Pues bien, los «somatones» que, según parece, creó Alfonso I, en 1192, y que estaban obligados a tener armas además de recibir instrucción militar cada cierto tiempo, se crearon para «defender a los pueblos contra los bandoleros, hugonotes y piratas». De todas formas, el cuerpo tomó fuerza con los Reyes Católicos, mientras que fue el Duque de Ahumada quien dio forma a la actual Benemérita, con tricornio y barbuquejo, como diría mi amigo Jeromo Núñez Peón.

¡Y el maquis!; ¿Qué es o fue el maquis?. Pues el maquis lo formaban guerrilleros antifranquistas, sobre todo anarquistas y comunistas, que, tras la Guerra Civil del 36-39, se echaron al monte para luchar por la República. El periodo de apogeo guerrillero en España fue el comprendido entre 1945 y 1947, siendo desmantelada la guerrilla española por orden de Stalin -a través de Santiago Carrillo- en 1948, aunque el final del maquis lo marcó las muertes de Ramón Vila (1963) y José Castro (1965). En la época de mayor actividad maqui, hubo «salvadores de la patria», como Girón de Velasco, que, fuertemente armados, se echaron al monte para luchar contra la guerrilla.

Y os preguntaréis, ¿a santo de qué este tío se hace una «gallarda mental» hablando de «somatones» y «maquis»?. ¡Pues porque la historia se repite y estos grupos -¡que más bien podrían ser grupúsculos!- siguen vigentes, aunque las armas que emplean ahora -las palabras- son más crueles y dañinas que las de fuego. Estas últimas matan o hieren, las otras te destrozan -sobre todo, moralmente- y te marcan de por vida, estigmatizándote y dejando claras muchas carencias en la personalidad y forma de ser/actuar de la gente, que sólo persigue asestar golpes al contrario buscando el bien personal, no en general. El maquis, por lo menos, tenía las ideas claras, guerrear contra lo que entendían como la usurpación de la legalidad, la República, mientras que actualmente la pelea es por egos personales. ¡Joder, parece que me he puesto más serio de lo que pretendía!. ¡Aparta de mí este «calis»!.

La cosa es saber, a día de hoy, ¿quién forma el «somatón» y quien el maquis?. Está claro, porque ¡en todas partes cuecen habas! -lo que viene siendo «michirones», que diría otro de mis amiguetes, Guti, quien se pirra por la «cosina» mediterránea, aunque «a veses» se cantea y le da por comer cochinerías-. Si nos atenemos a lo que «susede» en Oleza, el «somatón» serían los peperos y su Girón de Velasco particular Emilio Bascuñana, buscando al guerrillero José Aix, que está en disposición de dinamitarlo todo. Si por el contrario hablamos de «sosiatas», Carolina, o, como dice otro amigo del que no voy a revelar su identidad puesto que no tengo su permiso, «Calorina», busca al mismo partisano para, como Bascuñana, asentarse en lo más alto del monte desde donde se controla la situación.

Aix, «el dinamitero», desde su privilegiada atalaya, está viéndolas venir, porque tampoco tiene prisa. ¡La alcaldía, no se «negosia»!, dice. Quien sí parece tener prisa es Manolico Pineda, que -según me cuenta mi bocachancla- está hasta más arriba de los «colindrones» de «Calorina», a la que, como la cosa siga así, no sólo «se la van a limpiar» en sus aspiraciones a sentarse en el sillón del despacho principal de la Esquina del Pavo, sino también de la «Dipu», puesto que -según mis fuentes- no la aguantan. ¡Oh, my god; «cuidadín, acha»!. De mientras, «el Morta» cabalga de nuevo en Benejúzar y, a la tercera intentona, ha conseguido derrocar a otro Bernabé -no es Pepeluí, aunque son parientes- y a su «Petit Nicolau», que pasará la historia de la política «vegabajera», en general, y «benejusera», en particular, como un mentiroso compulsivo, puesto que «desía» que es «abogao» y, según el colegio oficial de letrados, ni siquiera es «escribiente». Otra cosa es Pilica, «la chica del maeras», a la que, en su Jacarilla, la adoran; ¿por qué será?.

¡A ver, alinearse; coñe! ¡Somatones a la derecha; maquis a la izquierda y los tontos, que también los hay, que se queden en sus casas! Me reafirmo en que no me exilio en Catral, porque, parafraseando a Manuel Fraga, «la calle es del Pineda, no mía». ¡Y chimpun!