Por el título de este artículo, quizás hayan ustedes barruntado que les voy a aburrir haciendo un sesudo análisis de los resultados que las elecciones municipales tuvieron en Elche el pasado domingo, de la posible configuración del nuevo gobierno municipal, así como de las consecuencias que de ello se pueden derivar en los partidos que han sido derrotados en las urnas con claridad. Quizás lo intente más adelante, pero primero me van a permitir explicarles el verdadero motivo que me ha inspirado el epígrafe de esta columna.

La cuestión es que el pasado lunes fui invitado a una charla para comentar los resultados de las pasadas elecciones a la que también acudieron como ponentes Manuel Rodríguez, antiguo alcalde de Elche; Emilio Martínez, periodista; Victoria Rodríguez, profesora del Área de Ciencia Política y de la Administración en la UMH de Elche; y Emiliano Rodríguez, abogado. Todos ellos hicieron una disección de esos resultados desde las diferentes perspectivas que su diversa formación y vivencias personales y profesionales les otorgan, pero con un denominador común: la sagacidad de sus apreciaciones y lo ameno de sus intervenciones.

En el caso de nuestro exalcalde, sin duda el más erudito de cuantos hemos tenido, nos hizo, desde su gran experiencia política y su vasta cultura académica, una magnífica disertación sobre la ética política, en clave aristotélica y con referencias clásicas y bíblicas que, al sentarme frente al teclado, me han traído a la mente la principal obra de Santo Tomás de Aquino, la Summa Theologiae, Suma Teológica, o simplemente «La Summa».

«La Summa» se divide en tres partes, cuyo objetivo es instruir, tanto a los iniciados como a los neófitos, en todas las áreas del cristianismo. En ella se discute sobre asuntos centrales de la moral cristiana, la ética, el derecho y la vida de Cristo, aportando soluciones filosóficas y teológicas para muchas de las discusiones y las dudas que se pueden suscitar en torno a la fe cristiana. Esta obra, escrita entre 1265 y 1274, muestra, de una forma meridianamente clara, que sus raíces se hunden en los principios filosóficos preconizados por Aristóteles y adquiridos a través de San Agustín.

Pero no se preocupen, que la filosofía termina aquí y comienza mi modesto análisis de las cifras que arrojaron las urnas en nuestra ciudad. En primer lugar, en Elche sólo hubo un claro ganador, al que no se puede sino felicitar por su contundente victoria: el PSOE, encabezado por Carlos González, aunque Alejandro Soler también quiera atribuirse, y sin duda será justo reconocérsela, parte de esa gloria. Los doce concejales obtenidos y los 37.351 votos son un magnífico resultado, sobre todo teniendo en cuenta que suponen un incremento neto de electores en comparación con los 33.762 y los 36.914 cosechados, respectivamente, en las autonómicas y generales celebradas hace un mes.

En segundo término, hay dos partidos que pueden darse por contentos o, al menos, no deben estar del todo insatisfechos: el primero, sin duda, es Vox. Este partido, a pesar de dejarse en el corto trecho que va de las autonómicas y generales a las municipales más de la mitad de sus apoyos, irrumpe en el consistorio con dos representantes. El otro es el PP, que ha aumentado su respaldo popular en más de tres mil papeletas en comparación con los comicios celebrados en abril y mantiene sus nueve concejales.

Por último, hay cinco formaciones políticas que han cosechado unos muy malos resultados sin paliativos. Por una parte, Podemos, que se queda sin concejal por no superar la barrera del 5% de los votos. Por otra, las formaciones «localistas», Ilicitanos por Elche y Partido de Elche, que se han quedado sin representación municipal. Quizás para el primero de ellos no haya sido una sorpresa, pero en el caso de Jesús Pareja, estoy convencido de que ni él mismo se esperaba quedarse en 2.887 votos y sin el sillón que ha ocupado durante ocho años en el Salón de Plenos, los tres últimos como miembro del equipo de gobierno. Los otros dos perjudicados del 26M son, sin ningún género de dudas, Compromís y Ciudadanos.

El caso de Compromís se podría interpretar en el marco de la bajada generalizada de esa formación en la provincia de Alicante, por factores que cabría analizar de una forma pormenorizada en otra ocasión, pero también es cierto que la lista encabezada por Mireia Mollá se ha dejado 4.900 votos por el camino en treinta días. El de Ciudadanos merece una reflexión muy en profundidad por parte de quien corresponda: los 16.000 votos perdidos en un mes no se pueden justificar, salvo en una mínima parte, por la abstención; pero la caída en más de diez puntos porcentuales ha de tener otras causas más de fondo. Además, existe otra comparativa que llama poderosamente la atención: el partido naranja obtuvo en las municipales 8.950 votos, mientras que en las europeas, celebradas al mismo tiempo, se alzó con 15.213 sufragios.

Sea como fuere, espero que tanto los perdedores como los ganadores sepan administrar su derrota y su victoria con humildad porque, como decía Santo Tomás en su Summa Theologiae, parafraseando un versículo del Eclesiastés, «initium omnis peccati est superbia».