Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Desde mi terraza

Un toque de clase

No tenemos remedio. Es humano y admisible que todos, en algún momento, perdamos los papeles. Pero no sé si es tan humano -y desde luego no es admisible- que los pierda un político. Y eso es lo que le ha sucedido a don Gabriel Echávarri, exalcalde de Alicante representando al Partido Socialista, quien -recordémoslo- se vio obligado a dimitir de su cargo hace poco más de un año al haber sido procesado por prevaricación; recuerde el lector que echó de su trabajo en el Ayuntamiento a una familiar del entonces representante de la oposición y hoy alcalde del PP don Luis Barcala, por la denuncia de éste ante la Fiscalía del asunto de los nombres franquistas de las calles. Una torpeza y un arrebato de revanchismo recíproco que derivó en la pérdida de la alcaldía por parte del PSOE, por obra y gracia de la traición (y también revancha) de una concejala tránsfuga de la izquierda (Guanyar-Podemos) que votó en blanco otorgando así la alcaldía al Partido Popular.

Aquel suceso debería haberlo recordado el exalcalde antes de meterse en un jardín del que le va a ser difícil salir, y que sucintamente comento a continuación. Resulta que terminado el escrutinio de votos de las elecciones del 26M en Alicante, y al conocerse el resultado que presumiblemente otorgaba la alcaldía al citado Luis Barcala, y que suponía la vuelta legal y legítima del Partido Popular al frente del consistorio, arremetió contra el alcaldable de su propio partido, Paco Sanguino, acusándole de renegar de la marca, de hundir las expectativas electorales de los socialistas, de desaprovechar el viento de cola que sopla a la marca del puño y la rosa desde las recientes generales y autonómicas. No le bastaron estas declaraciones porque a continuación las adornó con flores en un mensaje en sus redes sociales titulado Hasta siempre, Francesc, exigiéndole su dimisión incluso antes de la formación de la Corporación: «Espero que no se te ocurra coger el acta y ocupar el sillón de un socialista porque no lo eres...» Y en alusión al cargo de director del Teatro Principal de Alicante, cargo que Sanguino abandonó al iniciarse la campaña electoral, el exalcalde termina despachándose a gusto: «Se bajó el telón de una obra de terror, fuiste un triste mimo de la campaña. Bájate del escenario, coge tus bártulos de actor y tus papeles de dramaturgo e inicia otra gira lejos de mi partido, aquí has fracasado». ¿Cómo se les queda el cuerpo? A mí me produjo vergüenza leer estas declaraciones porque resultan hasta racistas con la familia teatral española. Pero todavía me parece peor la falta de clase de un exalcalde de mi ciudad, por muy «enrabietado» que esté un político debe medir sus palabras en apariciones públicas, y éstas me producen bochorno. El señor Echávarri está tan enfadado como lo estamos todos los alicantinos que defendimos esa opción política; pero ello no le da derecho a atacar despiadadamente a un candidato (independiente, sí. ¿Y qué?) nombrado por su jefe de filas, el presidente Ximo Puig. ¿No debería preguntarse por qué el Muy Honorable recurrió a un independiente como cabeza de lista, en vista de que el ambiente de su partido en Alicante se había convertido en un Patio de Monipodio? Se podrá discutir la idoneidad de la elección, pero me consta que el presidente de la Generalitat se inclinó a que ésta entrara en la propiedad del Teatro Principal tras numerosas reuniones y comidas con el entonces aún director del teatro, ayudando a resolver una situación económica del coliseo harto delicada. Algo vería en el «teatrero» cuando le honró con el título de candidato, por mucho que las expectativas no se hayan confirmado en las urnas. Una conocida militante de la agrupación local socialista me dijo, refiriéndose al Sr. Echávarri porque critiqué su gestión al frente de la alcaldía en alguno de mis artículos: «Yo no sé si el señor Echávarri es un buen gestor o no, pero te aseguro que es un hombre honrado». Y yo no tengo por qué ponerlo en duda, querida militante. Pero creo que deberías recomendarle a tu admirado exalcalde que además de la honradez, cualidad que se le supone a todo político como algo consustancial, aprenda modales. Y que un poco de clase nunca viene mal a un representante público, recordando a la mujer del César: «No basta con ser honrada, además debe parecerlo».

La Perla. «Tiene derecho a criticar solo quien tiene un corazón dispuesto a ayudar». (Abraham Lincoln)

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats