En agosto de 1915, la UGT contaba en la provincia de Alicante con 2.605 afiliados, de los cuales más de 1.300 eran ilicitanos.

Durante los dos años siguientes, la militancia creció en la ciudad de Alicante gracias en buena medida a los artículos que Rafael Sierra escribía en «El Luchador» y a las frecuentes visitas de dirigentes nacionales del sindicato y del PSOE.

En los años que duró la I Guerra Mundial, ugetistas y cenetistas colaboraron para luchar contra la carestía de los productos básicos de subsistencia y la crisis de trabajo. UGT y CNT convocaron huelgas generales en diciembre de 1916 y en agosto de 1917, siendo encarcelados durante esta última numerosos sindicalistas y clausurados los centros obreros. Una de las organizaciones obreras más activas en esos años fue La Feminista, creada en 1910 con mayoría de cigarreras, dirigida por Carmen Martínez y auspiciada por el socialista Ángel Martínez. En agosto de 1919 se constituyó La Unión Tabacalera, dirigida por Ángel Martínez, Carmen Martínez y Rafael Santana.

La conflictividad laboral incrementó la afiliación sindical: a primeros de 1918, la UGT tenía 3.335 afiliados en la provincia.

Ruptura con la CNT

El congreso de la CNT celebrado en mayo de 1918 acordó la utilización de la «acción directa» como táctica, la organización de sindicatos únicos por profesión y el distanciamiento con la UGT, de planteamientos más moderados. A partir de entonces y durante el año 1919, el anarcosindicalismo creció hasta convertirse en hegemónico entre las organizaciones obreras alicantinas.

El gobernador civil de Alicante, Federico Dupuy de Lome, ejerció una gran represión desde principios de 1920 contra las organizaciones obreras, clausurando la Casa del Pueblo y encarcelando o desterrando a los dirigentes cenetistas más combativos, sin formación de causa. Para hacer frente a esta represión, UGT y CNT suscribieron un pacto en septiembre de 1920, que se rompió solo tres meses después, cuando los sindicalistas socialistas se negaron a apoyar la huelga general convocada por los cenetistas en protesta por el aumento de la represión en Cataluña, donde murieron en dos meses 33 obreros, 10 policías y 10 patronos.

Escisión comunista

La Revolución Rusa fue acogida con esperanza por la mayoría de los obreros alicantinos.

En 1919, a partir de la aparición de la III Internacional, surgió en el socialismo español el denominado sector de los «terceristas», partidarios de implantar en España un régimen como el soviético. Frente a este sector, los dirigentes socialistas, convencidos de la viabilidad del parlamentarismo, adoptaron una postura cauta: defensa de la Revolución Rusa, pero sin desear su implantación en España. En abril de 1920 los «terceristas» se escindieron del PSOE y al año siguiente formaron el Partido Comunista.

La UGT alicantina, bien controlada por el aparato dirigente, se mantuvo sin escisiones, a pesar de que algunos de sus dirigentes más antiguos eran «terceristas», como Rafael Millá Santos, quien defendió sus tesis a favor de la III Internacional desde las páginas de «El Mundo Obrero», que había vuelto a editarse. Nacido en Alicante en 1891, Rafael Millá se crió en la Casa de la Beneficencia, donde aprendió tipografía. Entró como aprendiz en la imprenta de Such Sierra, donde se tiraba «El Mundo Obrero». Organizó el Sindicato de Artes Gráficas de Alicante y en 1911 ingresó en la agrupación local alicantina del PSOE, de la que llegó a ser presidente en 1918. Fue uno de los fundadores del Partido Comunista Español, siendo miembro del Comité Central.

Dictadura de Primo de Rivera

Rivera

Durante los primeros años de la década de 1920 la atonía se apoderó de los ugetistas alicantinos, solo superada en 1922 por la campaña para exigir responsabilidades políticas por el Desastre de Annual del año anterior. La participación alicantina en el XV Congreso de la UGT, celebrado en noviembre, fue escasa, a pesar de que existían en la provincia 40 sociedades obreras socialistas con más de 7.000 afiliados, de los cuales más de la mitad eran alpargateros ilicitanos.

Cuando se proclamó el 13 de septiembre de 1923 la dictadura militar, las direcciones nacionales de la UGT y del PSOE pidieron a los obreros cautela, distanciándose al mismo tiempo del Directorio Militar.

A pesar de la prohibición de todo tipo de manifestaciones (incluidas las del primero de mayo), las dificultades para el funcionamiento de las sociedades obreras y las frecuentes clausuras de la Casa del Pueblo, los sindicalistas socialistas mantuvieron una actitud de pasividad que rayaba con el colaboracionismo.

La fracasada experiencia revolucionaria de 1917 había dejado un amargo recuerdo entre los sindicalistas socialistas y la escisión de los partidarios de la III Internacional había debilitado a la UGT y al PSOE. Por otra parte, el Directorio Militar mostró desde el principio una actitud respetuosa hacia los socialistas, intentándoles convencer para que participaran en sus proyectos corporativistas.

El principal objetivo de los ugetistas durante aquellos años fue crecer y organizarse, aprovechando la persecución a que fue sometido el anarcosindicalismo.

No todos los dirigentes socialistas estaban de acuerdo con aquella pasividad que mostraban Julián Besteiro y Largo Caballero (que participó en el Consejo de Estado). Indalecio Prieto se opuso, pero sus ideas siguieron siendo minoritarias durante los primeros cuatro años de dictadura. La UGT aprobó participar en los Comités Paritarios constituidos para regular las relaciones laborales.

En Alicante, los ugetistas siguieron las directrices colaboracionistas de la dirección nacional, recuperando el control de la Casa del Pueblo, participando en los Comités Paritarios (aunque con escaso éxito, ya que los trabajadores recelaban de ellos al incumplir muchos empresarios los acuerdos tomados) y rechazando cualquier acercamiento con los partidos republicanos para la restauración de las libertades públicas y de la actividad parlamentaria.

Pero esta actitud de la UGT comenzó a cambiar tras el Congreso celebrado en 1927, donde se rechazó la participación en la Asamblea Nacional Consultiva y se inició un progresivo distanciamiento con respecto a la política de colaboración mantenida hasta entonces con el Directorio Militar.

A partir de 1929 aumentó considerablemente el número de sociedades y sindicatos obreros. En Alicante, la UGT perdió su predominio en la Casa del Pueblo como consecuencia de la reorganización de los sindicatos próximos a la CNT, que fue nuevamente legalizada en abril de 1930.

El distanciamiento de los socialistas de la dictadura y su acercamiento a los partidos republicanos propició el apoyo del PSOE y de la UGT al Comité Revolucionario elegido en San Sebastián el 17 de agosto de 1930, para derribar a la monarquía.

Los ugetistas alicantinos se acostumbraron a la creciente combatividad y participaron activamente en la huelga del 15 de diciembre de 1930, siendo numerosos los dirigentes socialistas y republicanos que fueron encarcelados.

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