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En la frontera

El ángel del olvido, de Maja Haderlap

Muchos europeos situaron Carintia en el mapa gracias a Jörg Haider, líder del Partido de la Libertad de Austria piadosamente desaparecido en accidente de tráfico en 2008, quien en pocos años de meteórica carrera sentó las bases de un fascismo sin prejuicios erigido sobre la proclama del «nosotros primero». Pero los amantes de la literatura no necesitaban de esa sombra tutelar de los Orbán, Salvini y Abascal para descubrir aquel rincón del mundo, pues conocían bien los demonios de Carintia gracias a escritores como Thomas Bernhard, Josef Winkler y Peter Handke.

En efecto, Bernhard en obras como Helada y Amras, Winkler en esa pieza maestra que es Cuando llegue el momento y Handke en una novela tan hipnótica como La repetición habían ya mostrado el rostro real de un pedazo de Austria fanatizado por el nacionalsocialismo, carcomido por una aristocracia rural endogámica y asfixiado por un catolicismo salvaje, ante el cual las únicas huidas posibles eran el exilio, el suicidio y la literatura. A estos nombres mayores se une ahora la voz de Maja Haderlap, autora de una narración extraordinaria, El ángel del olvido, cuya lectura resulta obligada no sólo por la calidad del texto, sino por la envergadura moral que lo arropa. Aunque escriba en alemán, Haderlap pertenece a la minoría eslovena que habita el sur de Carintia, y a la que Haider, por cierto, negó el pan y la sal durante su época de ordeno y mando.

El ángel del olvido recrea el paisaje afectivo en que una isla lingüística, es decir, una cultura, malvivió desde el Anschluss y la coartada que la Austria cómplice del nazismo halló para orquestar sus desmanes contra un pueblo que sobrevivió merced al elemento partisano, organizado de forma autónoma en Eslovenia hasta que en 1944 se unió al grueso de tropas de Tito en su ascenso hacia el norte de Yugoslavia. Haderlap reconstruye los enigmas de sus ancestros, desde la experiencia en el campo de Ravensbrück de su abuela paterna, uno de los personajes femeninos más inolvidables que recuerdo, hasta la desoladora pareja formada por su padre y por su madre, caracteres ambos de una estatura literaria formidable, y mediante los que la autora construye un retrato de grupo de intensidad, belleza y sinceridad conmovedoras. El ángel del olvido es una novela importante en varios sentidos, pero interesa privilegiar uno.

Y es su defensa de la memoria como mecanismo testimonial de los vencidos y privilegio de los débiles, representado aquí por los poemas que las mujeres eslovenas escribían a las puertas de los crematorios, una memoria que es el testigo de cargo por antonomasia, la garantía de dignidad para los invisibles y los preteridos por la Historia, aquellos que se rebelan contra la ocultación de esa verdad que tan odiosa resulta a los Haider que nunca faltan: el hecho de que las fronteras existen sólo en la conciencia de los seres humanos y son fruto del miedo depositado en sus corazones por quienes se arrogan el derecho a salvarlos.

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