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Cultura y elecciones

Hablemos de la cultura poco antes de que se celebren las elecciones municipales. Sobre la situación actual y el futuro de un sector al que no se le debe considerar como un actor secundario. La cultura no es algo meramente accesorio. Tiene que formar parte destacada del modelo de ciudad. Hay granos. Pero también carencias. Y es preciso seguir dinamizando cada rincón de esta casa. Ampliar las posibilidades y mejorar los recursos existentes, como los centros de cada barrio. Recuperar y financiar espacios que puedan tener uso cultural. O redefinirlos. La formación, el emprendimiento, las ayudas a la creatividad y la difusión, alimentar la base o la profesionalización, que conlleva crear empleo, son cuestiones imprescindibles. No solo de grandes palabras, eventos, exposiciones y relumbrones se vive. Siempre es necesario sembrar y cuidar el terreno para tener una buena y continuada cosecha. Los maquillajes y los fuegos de artificio solo sirven durante un rato. Nada cambia en el fondo y todo sigue igual. La óptima gestión de las infraestructuras patrimoniales tiene que aportar lo suyo, y debemos tener en cuenta que la inversión en cultura es eso precisamente. Invertir porque el asunto lo merece. Porque, además, es un elemento turístico que exige promoción a lo largo del año. Está bien que no haya déficits, aunque la cultura no es cuestión de rentabilidad económica de cara a la administración. El Teatro Principal de Alicante, por ejemplo. El presupuesto no cubre las necesidades en general, y ciertos problemas se mantienen en pie. Mucho para ciertas cosas y poco para otras. Cada grupo político defiende sus prioridades, que coinciden o no con un auténtico interés cultural y con los intereses de la mayoría y de la inmensa minoría. Se habla de la ampliación de Las Cigarreras con fondos europeos. No es solo exhibir, sino fomentar la producción y la proyección. Que sea un centro alternativo, innovador, identificable y más potente y amplio de lo que es. Adquirir el antiguo cine Ideal es otra batalla que sigue ahí, que exige la participación de la Generalitat para obtener la victoria, teniendo en consideración que del local solo queda la fachada, ya que su interior está destruido. Entre otras materias, la cesión y rehabilitación de la antigua refinería La Británica para fines culturales. Y unas últimas observaciones. ¿Adivinan quién quiere «acabar con los chiringuitos en la cultura»? Un simple pretexto de los que acabarían con ella si pudieran, en favor de su única y privada forma de entenderla. No. No prevalece el valenciano en las obras del Teatre Arniches. Lo afirman quienes no se enteran bien de nada (ni quieren) y no lo han pisado nunca.

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