El 19 de mayo de 1999, el rector de la Universidad de Alicante, Andrés Pedreño, anunció en un acto celebrado con el Club INFORMACIÓN la creación de un centro de Estudios Iberoamericanos para el que le pedía el nombre a Mario Benedetti, que participaba en aquel acto en el que se presentaban las actas del Congreso Internacional dedicado al escritor uruguayo con motivo de su nombramiento, en 1997, como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante. Junto con Mario, estábamos en la mesa, el rector Pedreño, las profesoras Carmen Alemany y Remedios Mataix, yo mismo y José María Perea, director del Club INFORMACIÓN.

Alguien había intentado impedir, o entorpecer al menos, aquel acto desde otra institución que inicialmente lo iba a acoger y que lo había convocado con la Universidad, afirmando que el lugar anunciado y donde se iba a celebrar estaba ocupado ese día, lo que sin duda era una vana excusa, como la prensa demostró, siendo razones exclusivamente políticas su anulación, dado el enfrentamiento que la Generalitat Valenciana mantenía entonces con el rector y con la Universidad de Alicante.

Como tengo poco tiempo, me remito a las páginas que la prensa, y sobre todo a las que el periodista Joaquín Collado, en el periódico INFORMACIÓN, dedicó al mismo. Son muchas páginas que van desde el 7 al 23 de mayo, en las que se desmontan mentiras y hasta infamias.

Recordar aquel episodio, lo hago sobre todo por destacar cuál fue la actitud de Mario Benedetti en aquellos días. Supimos por el propio escritor que recibía presiones de algunas personas, hasta del mundo académico, para que no viniese a aquel acto. Como nos dijo Mario y en aquellos días declaró a la prensa, a todas les contestó que, al aceptar el Doctorado, él había hecho una promesa: velar por los intereses de la Universidad y por eso, en caso de conflicto, él sabía con quién debía estar.

La presencia frecuente de Benedetti en la Universidad de Alicante desde 1990 y su probada lealtad a esta Universidad, debían culminar en aquella creación que el rector Pedreño anunció en aquel acto, aquella decisión que tiene estos veinte años de realidad y amplísima actividad desde la perspectiva de un Centro creado para un diálogo cultural permanente con Iberoamérica.

Han sido años fructíferos desde la dirección en 2000 de Carmen Alemany, durante doce años, a la dirección desde 2012 de Eva Valero, con un proyecto que tiene en el diálogo con América Latina su mejor significado. Quiero decir diálogo, que es todo lo contrario a actitudes misioneras en el continente mestizo. Quienes integramos el Centro, mantenemos una relación constante con América Latina y de allí acuden por invitación nuestra escritoras y escritores, intelectuales y artistas, a dialogar, sobre todo con nuestro alumnado y con la sociedad de Alicante,.

Podría detenerme en la cantidad y valía de los seminarios y congresos sobre todas las épocas y autorías organizados por el CEMAB, también en sus revistas y en la presencia de escritoras y escritores, de América y de España, pero ahora no puedo.

A veces vemos con satisfacción cosas que contribuimos a crear, hasta con esa palabra tan difícil como es la esperanza. Yo, ahora mismo, entrando en «la última vuelta del camino» (me refiero administrativamente, no biológicamente), el otro día, al despertar, oí que cantaba Concha una canción de alguien que me faltaba en esta historia Daniel Viglietti, al que tanto quisimos, que tan presente estuvo aquí, tantas veces «a dos voces» con Mario, testigos los dos de este Centro y de nuestra historia. Pues en todo eso seguimos.