Echando la vista atrás, no cabe considerar las imaginativas (aunque viejas) promesas electorales que nos brindan los unos y los otros, más que como utópicas propuestas propias de la ciencia ficción.

Las citadas propuestas, todas ellas magnificas y maravillosas, pero todas sistemáticamente sacadas del baúl de las promesas incumplidas de elecciones anteriores, con las que nos bombardean sin rubor alguno los partidos políticos, tenemos que admitir que se encuentran cargadas de buenas intenciones, pero sustentadas en puras entelequias virtuales, ofrecidas en su mayor parte, sin tener las capacidades legislativas necesarias para llevarlas a término y, lo que es mucho peor, al no tener los recursos económicos necesarios para su materialización, lo único que van generando en los ciudadanos son frustraciones acumuladas legislatura tras legislatura y una enorme tristeza en los mismos, sin que ello les importe un pimiento, con tal de alcanzar o mantenerse en el poder con sus sueldos correspondientes.

Hace unos días, los ingenieros de caminos, tuvimos ocasión de exponer al candidato del PSOE a la alcaldía de Alicante, que las propuestas de ciudad con las que pretendía encandilarnos, quiero pensar que de buena fe y con inocencia candorosa, asesorado no sabemos por quién, eran irrealizables salvo que viniera un Botín como en Santander y las financiara, asumiendo, y sería mucho asumir, que técnicamente las pudiéramos materializar habida cuenta las condiciones físicas que presenta la ciudad.

¿Tan difícil es planificar un programa sensato y realizable con los recursos disponibles?

Si en vez de consultar con los oráculos de Delfos o los sueños de Morfeo, se consultase con las personas cualificadas que realmente saben de las cosas, resultaría muy posible establecer un programa operativo que, partiendo de los recursos disponibles, se ajustase a una idea de ciudad constante y fija, que previamente debería haberse definido y pactado conceptualmente entre todos los partidos (por supuesto con calma y mucho antes de las elecciones) y los organismos representativos de los ciudadanos. Realmente, ¿tan difícil es?

Lo que no es de recibo es que el Partido Popular (PP) nos prometa ahora el oro y el moro urbanísticamente hablando, cuando siguiendo la inoperancia y el desastre del Tripartito, han continuado paralizando la ciudad con actuaciones urbanísticas nulas.

Cómo es posible que las demandas empresariales, que son las que realmente crean riqueza y puestos de trabajo de verdad, al margen de las inútiles y paralizantes elucubraciones políticas, básicamente virtuales, se vean insatisfechas condicionadas al desarrollo de un Plan General, que ya muchos especialistas consideran que se muestran incapaces de responder ágilmente a las necesidades que plantean las ciudades a una velocidad vertiginosa (podría pensar alguien en la situación que están creando en la movilidad los patinetes motorizados), cuando puede desarrollarse armónicamente una ciudad y su actividad al margen del mismo, si existe una idea global de la misma y un horizonte al que llegar. ¿Tan difícil es seguir desarrollando la ciudad sin tener que esperar a un idealizado plan general?

Se habla de limpieza de ciudad y se olvida lo más elemental, que es dar una orden de repetir machaconamente en el último minuto de todas las clases de los colegios e institutos, al igual que hacen los independentistas con su rollo en sus escuelas, que la primera obligación de los ciudadanos es mantener limpia la ciudad, sin lo cual en una ciudad que no llueve es imposible poderla mantener limpia. ¿Figura esto en algún programa electoral?

En fin, para qué seguir, si uno se quema contemplando el país que estamos construyendo, más propio de cantamañanas y estupideces cada día de un calibre mayor, que de ciudadanos sensatos y responsables.