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¿Y el anillo pa' cuándo?

Es cierto que después de las tempestades viene el buen tiempo. Voluptuoso, y sin aviso, llegó el tan ansiado calor. Reconozco el verano por las fantásticas imágenes que nos meten por los ojos. Sí, todas son idílicas: destinos paradisíacos, Venus y Adonis en todos los reclamos publicitarios, bebidas que te hacen desaparecer entre la noche, cremas de todo tipo ( la depilatoria, la protectora, la de la celulitis, la de los mosquitos) y los anuncios de cerveza.

El verano es una especie de fachada de variado aspecto. Parece una cabalgata de cuerpos, en ocasiones veo a el David de Bernini, a el Hombre que anda de Rodín y hasta la Diana de Goujon. ¡Claro! ya saben ustedes que la belleza está en el interior. En el interior de los gimnasios, los centros de estética, los centros de depilación, los...

El verano tiene un punto de inercia, es la etapa más absurda del año, hacemos miles de kilómetros para poner una toalla al lado del mar. Sin caer en la cuenta, que lo mismo que hemos pensado nosotros, lo han pensado varios millones de personas más. Y claro, lo soñado deja de ser sueño y la sombrilla se convierte en nuestra peor pesadilla.

Lo que se dice descansar, no sé yo... En verano son las fiestas de muchos pueblos. En sus plazas no está la inspiración de David Guetta, pero qué bien suena un pasodoble... ¿Dónde es posible encontrar la caricia espontánea, la silla a la puerta de casa, las partidas de cartas, las reminiscencias de nuestros orígenes, las mejores lechugas, los mejores tomates, la entrega, la gracia de la gente auténtica? ¡En los pueblos!

Un trago de vino, un poco de queso, unas buenas brasas pa' asar y a tirar millas.

En los pueblos, los veranos, huelen a cariño y amor del bueno, ya lo dice el refrán: los abuelos y los tesoros.

Arrullo el alma contra el recuerdo y siento vibrar algo en mí. Escalo el lomo de las olas; serenidad.

Soy navío que siente la música de la tempestad y la calma chicha. Soy la fatiga del pensamiento y el corazón. Soy la vela y el techo de bruma.

Soy... La boca que canta a las estrellas, el grito que sofoca la desesperación, soy el faro de Byron Bay y la sed que nace del licor del amor.

Jamás volveré a dormir junto a la poesía, me quita el sueño.

Ahora con las redes sociales; vivimos entre lo que queremos y lo que exponemos. Hemos consagrado nuestra vida al ojo ajeno, sin pensar, que lo importante es disfrutar uno mismo. Sostengo que muchas personas eligen su destino vacacional pensando en las fotografías que compartirán en sus redes. Poco a poco, nuestra esencia se desvanece, sin apreciar que es la que nos da fuerza para seguir el camino de la vida. El progreso es grandeza cuando no empequeñece al hombre. Pero desprenderse de nuestro yo, para progresar, es fundir nuestra vida en una embriaguez muy parecido a la que da el mal vino.

Llegará el momento que queramos regresar a las pequeñas cosas: el abrazo, el roce, la risa, el beso, la mirada. Seremos "viajeros" huyendo de la tecnología, nos daremos cuenta del cruce de vías que estamos viviendo y decididos volveremos a aquella actitud que lentamente estamos perdiendo.

No me digan que el verano no es maravilloso, nos realizamos a través de canciones muy profundas: ¿Y el anillo pa' cuándo? (Yeah, yeah)

¿Y el anillo pa' cuándo? ¿Y el anillo pa' cuándo? (Yeah, yeah) ¿Y el anillo pa' cuándo?€

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