Por fin, por fin, ya tengo una novela posmoderna en la mano para explicar a la perfección lo que es una novela posmoderna, eso tan volátil hasta ahora que ni siquiera se acierta a auscultar de modo claro y distinto por más que los críticos literarios no hablen de otra cosa.
Novela posmoderna en el sentido que le daba Umberto Eco, o sea, en el de visitar lo antiguo con ironía, no en el de Derrida y sus amigos norteamericanos, que nada me interesan. La novela posmoderna es la otra, es esa, la que ni siquiera tiene nombre, como decía la copla. Pero convengamos en llamarla posmoderna y tratemos de ver en qué consiste. Debo, por tanto, justificar mi aseveración. Tirando de aquí y de allá y de internet, he conseguido sintetizar las características de eso del posmodernismo cuyo modelo palmario sería "La moral del comedor de pipas": el paradigma, que diría un posmoderno.
1.- Alto grado de alusión, triunfo de lo indirecto, de la historia detrás de la historia, minería irónica de lo narrado.
2.- Antidiscurso, tal y como entendemos discurso: aparente falta de profundidad.
3.- Atención a la cultura de masas: democratización estética, entrada de lo pop.
4.- Cambios bruscos de registro o tono, mezcla de estilos y géneros, discontinuidad.
5.- Antirrealismo alucinado, persistencia irónica de lo religioso o lo supersticioso.
6.- Debilitamiento del narrador omnisciente en favor del que no emite juicios ni interpreta.
7.- Heterotopía: espacio heterogéneo de lugares y relaciones, que decía aquel Foucault al que Dios confunda.
8.- Un sujeto débil como eje, con problemas para tomar o asumir una decisión, una responsabilidad ética.
9.- Hedonismo, fin de las utopías, percepción de la comunidad como levantada contra sí misma, con especial atención a los fuera del sistema.
10.- Comedia, farsa, mucha parodia, estallidos sociales anárquicos.
Por lo tanto, vamos a aplicarlo:
1.- "La moral del comedor de pipas" nos enseña que la novela ya no puede contar hoy la vida como aquel espejo puesto a lo largo de un camino, que nos predicaba Stendhal. La literatura es, en todo caso, un espejo fragmentado, que se ha roto y muestra su azogue, sus estrías y su fragmentación. "La moral del comedor de pipas" es un espejo roto a lo largo de un camino.
2.- Pedro de Silva ha olido, como pocos hasta ahora, el cambio de paradigma que experimentan nuestras vidas y, como consecuencia, la literatura.
3.- Ha tenido que ser un escritor de cierta edad - digámoslo así- quien escriba la novela más joven del año, como viene siendo tradición desde Cervantes.
4.- "La moral del comedor de pipas" nos recuerda que la función del escritor es arriesgar. Arriésgate: si no, estás muerto.
En una palabra: no hay más verdad hoy en literatura que la novela posmoderna. Y Pedro de Silva se ha convertido con "La moral del comedor de pipas" en su profeta (o protomártir, que se autonombra). Que mis gustos lectores vayan o dejen de ir por esos lares a nadie importa. Lo que hay, como siempre, es lo que hay. Amén y así sea.