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Ramón Pérez

Como decíamos ayer

Ramón Pérez

Bodas y transistores

La de mi amigo Ferre será una boda sin auriculares. De hecho, será una boda y no un Carrusel Deportivo. Las celebraciones a partir de mayo corren el riesgo de ser más recordadas por un gol que por la solemnidad del acto. A mí me pasa. Yo no sabría decir si mi primo hizo la comunión de marinero o de Power Ranger, pero podría situar aquel día a todos mis tíos en el sofá del restaurante viendo cómo Nadal ganaba su primer Roland Garros. Tampoco sabría decir quién se casó el día que Casillas eliminaba a Paraguay en el Mundial de 2010, pero juro que yo estaba en un convite adorando la pantalla del teléfono móvil de un tipo al que sólo nos faltó echarle arroz por encima por su heroicidad. Mi amigo Ferre se casa este próximo sábado y su mayor preocupación era que no coincidiera con el Hércules-Atlético Baleares. Se había planteado el boicot a su propia boda. Llegó a amenazar a su novia, la paciente Irene, con llevar una camiseta blanquiazul debajo del chaqué. Yo me había comprometido a toser más de la cuenta en la iglesia si había gol. Pero la fortuna ha querido que no coincidan: la boda es el sábado y el partido, el domingo. Esta relación ya está bendecida.

La verdad es que tampoco habría pasado nada porque las opciones de pelear por el liderato del Hércules se esfumaron ayer tras la victoria del ejército de Mandiola ante el Lleida. De nada valió un triunfo de mérito en el Mini. A pesar de todo, la jornada unificada fue un caramelo. El insolente abanico de horarios y días entre los que se reparten las jornadas ha minado toda emoción. Ahora tenemos fútbol a todas horas y apenas dos domingos, los últimos, de cábalas y calculadoras. Los transistores van dando paso a las aplicaciones de los teléfonos, pero el desasosiego es el mismo.

Al final, el más listo fue mi amigo Nacho, atlético confeso, que decidió fijar su enlace matrimonial en octubre, fuera de cualquier fecha peligrosa. No sólo por si se jugaba algo el Atleti, sino también para evitar posibles celebraciones del eterno rival. «La única persona de blanco que quiero ver feliz en mi boda es a mi novia».

Este sábado mi amigo Ferre llegará tranquilo y sin estreses externos al altar de Santa María. No hará falta que se inhiban las señales de los teléfonos. De esta boda me voy a tener que acordar a la fuerza.

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