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El Indignado burgués

Predicadores

Hay desahogados para los que todo vale y son capaces de mantener a la vez una teoría y la contraria. En realidad, siempre ganan, porque el intríngulis es que su opinión queda por encima de la de cualquier otro que les interesa nada y menos. Desgraciados los que les hagan casito, porque llevan a rajatabla la norma de consejos vendo pero para mí no tengo. Si escuchan a los predicadores de radios y digitales varios podrán ver la transformación de los que se frotaban las manos con el pacto de derechas que iba a echar al «okupa» Sánchez de La Moncloa, al que no querían ni los suyos y era -tras Zapatero- el peor presidente español de la historia, disputándose el puesto con algún valido de Carlos II «El Hechizado».

Esos que clamaban que Vox era la solución a tanta mamandurria y tanto independentista y tanto rojo sin complejos, son los que -visto lo visto y tremendamente desilusionados por la traición de los subvencionados electores- exigen ahora a Sánchez que gobierne en coalición con Ciudadanos, que es el -su- mal menor. Ojo al dato, se lo exigen por patriotismo y con el marchamo de nosotros somos los buenos españoles, el pueblo se ha equivocado, qué burros son, pero, pelillos a la mar, rectifiquémoslo. Es estupendo: si yo fuera Sánchez correría a hacer caso a los que pedían mi cabeza y pondría de inmediato mi cargo a su disposición, renunciando como español de pro a mi candidatura y pidiendo mil disculpas cual si fuera un rey cazando elefantes: «Me he equivocado, no volverá a suceder».

Lo malo es que con las redes sociales los predicadores son ahora millones. Si no fuera poco que individuos/as con mentalidad y conocimientos de «cuñao» amargaran las cenas de Navidad y las cañas en los bares a sus familiares, amigos y conocidos, los pontífices del comentario son capaces de enmendar la plana al soberano pueblo español en cualquier face o tuit. Bien es verdad que como su información es nula, su formación académica inexistente y su capacidad de análisis equivalente a la de un ratón de campo los resultados suelen ser patéticos, pero eso no obsta ni empece para que se consideren comentaristas políticos de pleno derecho, a la superderecha, si se tercia, de Losantos o de Pedro José. Son los mismos que llevan desde el día de las elecciones dando la murga con acusaciones de pucherazos y similares que ni mencionaré por no hacerles el caldo gordo.

En realidad, no sé por qué abro páginas de redes o de libelos digitales con lo bien que estaría leyendo cosas serias y la cantidad de tiempo que pierdo con esas chorradas. La cosa iba de que, ya que el pueblo nos ha defraudado, vamos a ver si con una serie de artículos y agitando el manzano de las redes nos podemos llevar el agua a nuestro pozo. En ese trabajito de zapa se han metido hasta el presidente de la CEOE y la del Banco Santander, bien es verdad que rectificando a continuación y explicando que ellos piden un Gobierno estable (que por supuesto -en su modesta opinión- es del PSOE con Ciudadanos y no con el impresentable del «Coletas»). La verdad es que visto lo poco que creen en la democracia determinados bípedos, no sé por qué no optan por exigir la suspensión «a divinis» de las elecciones. O por lo menos de las que no cuadren los resultados con sus cuentas de beneficios o sus opciones personales.

Y el éxito de tanta presión es nulo, más que otra cosa porque Rivera está más preocupado por ocupar el teórico puesto de «Jefe de la Oposición» que, por cierto, no existe en ningún reglamento, ni ley, ni adenda, es simplemente una mención honorífica que se inventó en el Cuaternario para dar lustre a Fraga Iribarne, que el hombre necesitaba colgarse alguna medallita porque humildad no le sobraba y, total, a Felipe González le daba igual. No digo yo que no deba regularse, pero a día de hoy no existe tal figura que tanto preocupa al líder de Ciudadanos.

La mayoría de los que han votado al centro seguro que estarían más que cómodos en un pacto con Cs, incluido el propio Sánchez, pero Rivera anda en sus cuitas y en sus historias y prefiere robar espacios al PP que ir de estadista o abrazarse al oso del PSOE, tipo compañero de viaje o tonto útil, términos que tanto gustaba antaño decir a los viejos comunistas. Lo más normal es que esta actitud le deje cuatro años de travesía del desierto, eso sí, muy satisfecho de meter el dedo en el ojo a los vecinos de la gaviota, que en el país de los ciegos el tuerto es rey.

Me da a mí que ese engreimiento no le va a dar buenos resultados. Sánchez le ha calado y ya ha empezado con los pellizquitos de monja, señalando a Casado como jefe de la oposición para jorobar al otro y empezando por dejarle la sala grande de ruedas de prensa de Moncloa, mientras cede a Rivera el cuarto de las escobas. Lo que debe fastidiar cosa fina.

Por cierto, les animo a que si alguna vez me ven con ínfulas de predicador en labores pastorales, me den un toque, porque sería horrible abominar de ellos y después subirme al púlpito.

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