Nos hemos librado de cuatro años de extrema derecha en las instituciones de nuestro país. Pero su mensaje no ha caído el pasado 28 de abril con ellos. Después de escuchar como Santiago Abascal, actual líder del partido ultraderechista Vox, que atacaba al matrimonio entre personas del mismo sexo aseverando que era igual que «la boda de dos hermanas viudas», o a Rocío Monasterio que añadía al cáliz homófobo del partido calumnias sobre la educación en diversidad e igualdad en la Comunidad de Madrid, esta semana han vuelto a sacar a la luz su discurso de odio en contra de la diversidad presente en la sociedad española.

Quieren llevar el Orgullo de Madrid este 2019 a la Casa de Campo, evitando así que la caravana LGTBIQ* que conmemora y reivindica los derechos conseguidos y pone de manifiesto todo el trabajo que queda por hacer se pasee durante el Orgullo por Madrid. Y tal petición la han elevado a nada menos que a una promesa electoral.

El Orgullo, para aquellos que aseguran que «no entiendo por qué no existe un orgullo heterosexual», no es nada más que un lema electoral. Porque no les importa ni nuestra visibilidad ni nuestra existencia.

Nuestra reivindicación, además de histórica, es justa. Es justa porque pedimos igualdad y que se nos reconozcan nuestros derechos. Y es verdad que hemos conseguido, con la lucha y a costa de muchas vidas, que España se sitúe a la vanguardia de los derechos, pero aún queda mucho trabajo por hacer.

Apostamos por el trabajo desde la educación; esa gran baza que tenemos todas y todos para exigir que se nos forme como personas críticas y que haría que el debate de los ultras no calara tan hondo en la sociedad española. Apostamos por la diversidad porque todas somos personas distintas y es esa diferencia la que nos hace iguales

Exigimos que deje de utilizarse al Orgullo y a la reivindicación LGTBIQ* como un arma arrojadiza para la derecha española. Ni iremos a Casa de Campo «porque allí van las familias», como asegura la candidata del PP a la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso, ni saldremos del centro de las ciudades porque nos lo pida Vox.

Esta es nuestra lucha; y con sus mensajes retrógrados y homófobos nos demuestran que nuestra voz es más necesaria que nunca.