Se decide el futuro de Europa, señoras y señores. Y no hablo del continente ni de la Europa mitológica seducida por el Dios Zeus y llevada a la isla de Creta. Hablo de la confederación de Estados, de la asociación económica, social y política, hablo de la entidad geopolítica que aún a día de hoy, une a 28 países europeos e influye en gran parte de nuestro devenir como ciudadanos. Hablamos de ese «ente» que sirve de argumento al que mirar cuando no se quieren asumir responsabilidades. Al que miramos cuando queremos encontrar solución a problemas que parecen irremediables a nivel nacional. El que imaginamos como fuente de recursos para nuestros ayuntamientos y nuestra Comunidad. Hablamos de esa unión de derecho. La que algunos critican. De la que Reino Unido se quiere divorciar y la que tantas veces es motivo de nuestro enfado, aunque también, tantas otras de nuestra alegría.

El próximo 26 de mayo tendremos la oportunidad, no sólo de votar a nuestro alcalde o alcaldesa, sino que también tendremos la oportunidad de decidir la Europa que queremos para los próximos años. Tendremos la oportunidad de decidir qué ideas y valores la representarán y la guiarán. Resulta curioso que, para elegir este parlamento que tanto influye en las políticas que se hacen en nuestro país y en nuestras ciudades, solo se contara en 2014 con un 43,81% de participación en nuestro país. Resulta curioso que dicho porcentaje haya ido disminuyendo constantemente desde las primeras elecciones a la Eurocámara en 1979. Sobre todo, cuando los detractores de la Unión defienden que más de un 70% de las políticas llevadas a cabo por los Estados miembro, vienen influenciadas por las decisiones que se toman a nivel europeo.

Vivimos en un momento trascendental de nuestra historia, con un gran número de desafíos a los que hacer frente como sociedad. Y ello requiere de tu participación. Hay que tomar partido. Hay que tomar responsabilidad. Se acabó el echar la culpa a ese «ente que nadie conoce realmente». Ese ente te pertenece. Sal a la calle a elegir. Pensemos como pensemos. Compartamos las ideas de nuestro vecino, o pensemos completamente lo contrario. Cojamos las riendas de Europa y no cometamos el error de obviarla, pues marcará las hojas de ruta de nuestros gobiernos en los próximos años. Europa, sí, esa Europa. O como diría Gustavo Adolfo Bécquer, «¿Qué es Europa?, ¿y tú me lo preguntas?, Europa... eres tú».