Esta noche se inicia la campaña electoral para las municipales y europeas que se celebrarán el próximo 26 de mayo. La futura composición de nuestro Ayuntamiento saldrá de esas elecciones. Se trata, pues, de determinar la institución más cercana a toda la ciudadanía ilicitana y, evidentemente, de la máxima importancia para nuestro futuro.

Dando por sentado que, por suerte, se acabaron las mayorías absolutas de cualquier partido en solitario, y que es necesario conformar sensibilidades diversas para garantizar la gobernabilidad de los municipios, es conveniente insistir en la importancia de ir a votar para conformar un buen Ayuntamiento, tan necesario para el futuro de Elx.

El pasado 28 de abril, en las elecciones al Congreso, 128.218 personas aquí censadas votaron, o sea, el 75,69% del total del censo. Supuso un incremento sobre los que lo hicieron en 2016. Probablemente por la incertidumbre del resultado final que todas las encuestas vaticinaban. Es una participación significativa y aun así supuso que el 24,31 del censo ilicitano no fue a votar. Nada menos que 41.185 personas. Demasiadas, sin duda.

En las municipales de 2015, en Elx, votaron 111.934 personas, el 66,49% del censo electoral y se abstuvieron nada menos que 56.408 personas, el 33,51% del censo. Uno de cada tres votantes no votó. Es de esperar que este desinterés no se repita ahora.

Si en las elecciones generales el resultado de las mismas era incierto, entre los dos bloques de derecha e izquierda, y motivó una mayor participación que dio un claro ganador en el PSOE de Pedro Sánchez lo que, unido a la debacle del PP, permitirá que se constituya un Gobierno progresista, probablemente con la inclusión de Podemos, para asegurar una estabilidad parlamentaria que solo el grupo socialista no puede garantizar para una legislatura de 4 años y que deberá formalizarse después del 26-M, en el caso de las elecciones municipales ilicitanas tampoco está nada clara la cosa.

Con los resultados de las elecciones generales, e incluso autonómicas, en Elx, los tres partidos de la derecha representados por PP, Ciudadanos y Vox superan el 50% de los votos válidos emitidos. De repetirse ése resultado, el actual tripartito gobernante del PSOE, Compromís y Partido de Elche iría a la oposición. Es cierto que no se vota igual, pero tampoco tan diferente. Entre los grandes partidos en Elx, sus resultados comparados entre generales y autonómicas son bastante parecidos, excepción hecha de Podemos que de un 13,18% en las generales, sacó un 8,80% en autonómicas o, en el caso de Compromís que sacó un 9,05% en autonómicas y solo un 2,15% en generales. Estos dos últimos partidos también han perdido importantes votos y porcentaje con arreglo a las autonómicas de 2015 al igual que le ha ocurrido al PP. En el caso de Vox, de repetir resultados, tendría un importante grupo municipal que podría condicionar un giro derechista en el Ayuntamiento.

En las elecciones municipales intervienen otros factores que pueden ser determinantes. En primer lugar hay muchos pequeños partidos que sólo se presentan al ámbito local y que pueden sacar concejales que pueden inclinar la gobernabilidad en un sentido u otro. Algunos de ellos están consolidados desde hace tiempo y con representación municipal. Y, por otra parte, las elecciones locales permiten conocer más de cerca las diferentes candidaturas que se presentan y, especialmente, cual ha sido el balance de su gestión, tanto en el gobierno como a los que han estado en la oposición.

Estamos ahora en la fase de escuchar propuestas incluidas en los programas electorales. Es cierto que muchas son repetitivas. Algunas se acercan a su primer quinquenio de antigüedad y otras ya acumulan varios, como la de la revisión del PGOU que debe ser la decana. Entre las nuevas en la lista de promesas electorales, está la del famoso Auditorio del que música no sabemos cuándo oiremos, pero en cuanto a emplazamientos oímos demasiados y ninguna concreción.

Hasta una solución al Mercado Central, sin parking, nos ha sido prometido otra vez por el PSOE. Justo lo que debería haber tenido claro el actual equipo de gobierno hace cuatro años y mucho más el anterior, ya que la ciudad no se merecía ni las pésimas decisiones que tomó el PP en su día, ni las indecisiones posteriores que hemos padecido. La rescisión del contrato anunciada en noviembre se ve que fue solo en «modo diferido».

En todo caso, la campaña no ha hecho más que empezar. La partida no la tiene ganada nadie. Nos jugamos apostar por un Ayuntamiento progresista que enfoque, con decisión, su voluntad de avanzar social y sosteniblemente o una involución que sería perjudicial para todo el municipio. De los votos dependerá el resultado.