Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El acoso universal

Eran otros tiempos, pero el perfil más conocido del acosador escolar apenas ha variado en las últimas décadas. Se adoptó un anglicismo, «bullying», que sirvió para visibilizar una realidad ancestral y despertar las conciencias sobre una práctica más que conocida por quienes han pisado las aulas hasta la adolescencia. De poco ha servido. Ahora son acosadores. Tiempo atrás era el malo de la clase, el matón del colegio, el sietemachos que se mofaba de los profesores durante toda la EGB y se comía tu bocadillo en el recreo; un tipo miserable jaleado por una corte de imbéciles que le reían las gracias para evitar convertirse en víctimas. Todos quienes tuvimos la suerte de vadear los caprichos de estos hampones de medio palmo hemos sido testigos de sus desmanes y de la crueldad que infligían a los alumnos más débiles. Muchos de éstos últimos no solo se dejaron por el camino la autoestima; algunos de ellos perdieron incluso su identidad: el gordo, el cerdo, el maricón,... situaciones de dominio público entre el resto de alumnos y, en muchos casos, también de los profesores. ¿Y los padres?

Nadie conoce mejor a sus hijos que sus propios padres. Estoy convencido de que si hay padres y madres capaces de interpretar indicios de acoso en sus hijos, los hay también con el conocimiento suficiente para reconocer al matón al que envían cada día al colegio. Que el acoso parezca una práctica inherente a la raza humana no significa que no podamos evolucionar en su erradicación. Cambiar a la víctima de centro en lugar de al acosador no solo implica generar cierto sentimiento de culpa en quien ha sufrido las agresiones, sino que la persecución y el hostigamiento continúan en programas de mensajería y en redes sociales, cuyo uso entre menores de edad nadie parece vigilar. Los progenitores de estos malhechores no pueden eludir la responsabilidad de, al menos, explicar, cómo sus hijos han llegado a disfrutar convirtiendo en un infierno la vida de otros.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats