«El primer paso no es nada; el último es el difícil». Los Miserables (1862) de Víctor Hugo.

La indeterminación es una de las características inherentes a la mecánica cuántica. Por ejemplo: no hay forma de prever dónde va a hacer su próxima aparición un saltarín electrón a partir de su posición anterior. Porque estas partículas subatómicas deambulan en lo que los físicos teóricos denominan una superposición de posiciones y aparecen donde les sale de los neutrinos, incluso en varios lugares a la vez. La cosa se complica aún más si atendemos a la relación de indeterminación de Heisenberg o principio de incertidumbre, que nos advierte de que si intentamos mensurar un líquido con un cartabón o un gas con un cronómetro, el resultado será un despropósito. Es lo que tiene lo cuántico.

Hechas estas explicaciones previas, pasemos a lo que gente en particular y la ciudadanía en general se pregunta estos días: ¿Cuánta certidumbre nos aportan los resultados de las elecciones generales y autonómicas del 28-A respecto a los próximos comicios locales del 26-M? ¿Podemos aplicar directamente la mecánica cuántica a la ley d'Hondt o debemos tener en cuenta la desviación propugnada por Tversky y Kahneman en su teoría de la aversión a la pérdida, tan usual en los estudios de la psicología política del voto? ¿O quizás nos vendría mejor al caso ese axioma del mercado financiero que advierte de que rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras? Peliagudo dilema que trataremos de despejar, a continuación, con ayuda de la calculadora científica, un compás y unas barritas de plastilina de colores.

Han circulado estos días distintas extrapolaciones virtuales de los resultados del pasado domingo a las municipales, lo cual no está mal como entretenimiento para estos tediosos días de campaña que nos aguardan, pero que tienen escasa base científico-algebraica. La experiencia nos demuestra que los votantes son ya mayorcitos y saben distinguir a quién quieren en el gobierno del Estado, en su autonomía y en su municipio. En el caso de Elche, han sido frecuentes las victorias del PP en las dos primeras citas mientras el PSOE salía vencedor en las locales (y cuando no lo ha hecho, EU o Compromís le echaban una manita para conservar la Alcaldía cuando era factible). Basta dar un vistazo a los años en que se han celebrado los tres procesos electorales, como en 2011 y 2015, para comprobar la disparidad de votos a una misma opción según el estamento administrativo.

Y por si todo esto no arrojase suficiente incertidumbre, vertamos más indeterminación al asunto. A las próximas elecciones municipales concurrirán muchos partidos, coaliciones, amalgamas y conglomerados que no participan en otros procesos electorales, algunos de los cuales tienen un peso estimable entre las preferencias del electorado. Ahí están Ilicitanos por Elche, con dos ediles y el 6,5% de los votos en 2015, o el Partido de Elche, con un edil y un 6% de apoyos. En la próxima cita electoral, con 14 candidaturas locales, el nivel de incertidumbre aumenta aún más, si cabe, a uno y otro lado. Y no digamos nada de la superposición de posiciones...

Cuentan que durante la noche electoral el alcaldable popular, Pablo Ruz, pese a su contenida euforia al ser elegido único senador del PP por la provincia, tuvo un momento de bajón por el pogromo sufrido por su partido y su querido amigo y jefe Pablo Casado. La serie de catastróficas desdichas populares acarreó, además, que su estrecho colaborador Sergio Rodríguez, su gran apuesta para el Congreso, se quedase sin sillón en Madrid (por el momento: el inquieto edil no desespera). « Ferido no, pero molido y quebrantado no hay duda de ello», dicen que dijo Ruz, evocando al caballero de la Triste Figura. Pero pronto se vino arriba, como es habitual en él, y consoló a sus abatidos correligionarios proclamando a quien quisiera oírle que la suma de votos de las derechas más o menos centrípetas y/o centrífugas (PP, C's, Vox) en las generales suponía la mayoría, por lo que de ahí se podía inferir que tomarían el Ayuntamiento el 26-M.

Ruz es de letras y de partituras, y no parece tomar en consideración al travieso señor d'Hondt ni al tal Heisenberg ese de la indeterminación, que no es el de Breaking Bad. Y es que el senador electo y el mismo PP se las tendrán que ver en su propio ámbito electoral (llamémosle centroderecha) con, a saber: Ciudadanos, que pese a su crisis local, ya vemos cómo se las gasta a nivel nacional (ha superado en votos a los populares en Elche) y regional; Ilicitanos, Partido de Elche, Vox, Contigo, Poble Democratic Podem (sic) y Decide-T Elige-T. Todo eso antes de cambiar de campo para disputar el encuentro frente a la izquierda, a la que podrían acabar favoreciendo con tanta dispersión, como se ha visto en las pasadas elecciones. Tratará el aspirante popular de que su persona sea predominante frente a las siglas del partido, en una nueva versión del «vota a la persona» que ya propugnó (sin éxito) el socialista Alejandro Soler en 2011.

En la otra parte de la cancha, Carlos González, también vivió con euforia contenida (como es habitual en él) el triunfo del PSOE en ambas citas electorales, aunque sin echar las campanas al vuelo porque el panorama que tiene delante no llama al regocijo. El alcalde aspirante cuenta con que el factor campo (cuatro años de gobierno) juegue a su favor y que la batalla en su campo se disputará en su flanco izquierdo, entre un Compromís venido a menos, un Podemos también en horas bajas que aparece en escena por primera vez en unas elecciones locales, el conglomerado Elx en Peu encabezado por EU, el incombustible PCPE y el renacido PTE-ORT, además de lo que rasque por ese flanco el partido de Torrellano-L'Altet. Y eso que al final se ha quedado fuera la agrupación de electores Elx Avant, que si no, la habitual batalla fratricida en la izquierda hubiese sido aún más cruenta, aunque igualmente infructuosa para la inmensa mayoría de estas formaciones. La dispersión del voto por este flanco afectará negativamente a Compromís y Podemos, y podría desbaratar un gobierno de izquierdas. Eso contando con que los socialistas mantengan su crecimiento. En cualquier caso, González tendría opciones de buscar aliados entre las formaciones más centradas del otro bando, posibilidad que para Ruz se presenta mucho más incierta a la inversa.

Conclusión: muchas partículas moviéndose en todas direcciones. Así que no se fíen de nada. Ni siquiera de este artículo. La incertidumbre atenaza nuestra indeterminación y viceversa. Atentos y atentas.