Tanto se empleó el Partido Popular de Pablo Casado en no perder apoyos a su derecha por la gracia de Vox, y tanto se empeñó Alberto Carlos Rivera en ocupar el espacio de los populares, que entre uno y otro entregaron el centro a Pedro Sánchez. Sorprende que los estrategas del PP y de Cs olvidaran un principio que condiciona las citas electorales en España desde las primeras en que venció Adolfo Suárez. Es en el centro donde se ganan las elecciones, entre el electorado más moderado, entre el 41% de indecisos que apuntaba el CIS, el que huye de radicalismos, ese inmenso grupo de votantes a quienes si les das a elegir entre la rebelión y la revolución, se apunta a la menos mala de las opciones, ese sector de la ciudadanía que ha huido del griterío de Casado, de la desconfianza en Iglesias y de los bandazos de Rivera. Ojo: la izquierda suma en España y en la Comunidad, pero no logra despegarse en la provincia de Alicante, todo un indicativo del permanente galimatías en que los socialistas gestionan el apoyo de sus electores. Un mes tienen todos ellos para la reflexión.
