Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

¿Lo oyen? Es la niña de Rajoy flipando

Ya se sabe que todo lo que no es tradición es plagio, así que voy a robarle un titular a Manuel Jabois, uno de los grandes columnistas actuales, sobre el debate del pasado lunes, aunque interpretando a mi manera y para mis intereses (que son los suyos, señora Paca). Como he estado en alguna cocina electoral de preparación de debates y discursos sé perfectamente que a veces el guionista se crece y pretende ser noticia dando el bombazo con su ocurrencia.

Unas veces el ingenio es premiado por el éxito: El «Puedo Prometer y Prometo» elaborado por Fernando Ónega a la mayor gloria de Suárez, o el «Váyase, señor González» de padre desconocido (por lo menos para mí) y bien defendido por Aznar. Otras veces alcanza el ridículo absoluto, como el cuentecillo de la niña de Rajoy perpetrado (se dice) por Miguel Ángel Rodríguez o «Es el Silencio, ¿lo oyen?» cuyo padre estará escondido en una aldea de Soria hasta que pase el ruido, fatalmente interpretado por Rivera, recordándome esa frase de Jardiel acerca del actor que se caracterizaba por lo mal que se caracterizaba.

Hasta para hacer un chiste supuestamente improvisado hay que tener gracia. Los asesores de los políticos deberían tomar clases con Wyoming que interpreta como nadie lo que otros le escriben. Sabiendo lo rígidos que son los políticos, si fuera asesor antes me tomaría el cianuro que intentar forzar el guion con ocurrencias y gracietas por mucho que las ensayaran: «Tío, que no te sale, ve a lo sencillo que vas a hacer el ridículo». «Que sí, que ya verás, que en directo gano mucho?». Y así hasta pegarse la bofetada final.

Viendo el debate de RTVE llegué a la conclusión de que todo lo que no sea un cara a cara es un timo. Tres caricatos vestidos de bonito y uno con camisa granjera, rígidos como palos tras un atril, son un peñazo por muy bien que lo hagan, que no es el caso. Rivera sacando fotos de la boda, Iglesias como el predicador que desenfunda el misal de la Constitución, Sánchez escondido para que no se le vea el aburrimiento y la pereza que le da el formato... ¿Y Casado?, ah, ¿estaba?, pues no me suena.

Confieso sin temor que en un lejano pasado el bipartidismo era un grave error, que la alternancia en el poder de dos partidos hegemónicos era uno de los grandes males de la democracia. No me di cuenta de que los inventores del parlamentarismo, los anglos, se dividían entre conservadores y laboristas en UK y entre demócratas y republicanos en USA. Pensé que sería más cómodo tener más opciones y elegí la vía italiana de la sopa de siglas. Y me equivoqué: ¡cómo lo lamento!

Es que no me divierte nada eso de los bloques que entre sí tienen que llamarse de todo para que los suyos no les coman el terreno y además pegar a los que están enfrente. ¡Cuerpo a tierra que vienen los míos! Es aburridísimo, hombre, un latazo. Tan previsible como un penalti a favor del Barça juzgado por el VAR.

Los pobres que diseñan las campañas electorales están al borde del suicidio repasando las encuestas y buscando votantes. Es tan liosa la fórmula que puedes decir A, pero no B, teniendo en cuenta que C es lo que nuestros enemigos de bloque están vendiendo y D lo malísimos que son los otros. Digamos entonces B más A por la raíz cúbica de C menos D al cuadrado. Y si no, recurrimos a los logaritmos neperianos. Como no hay ideas originales, mírenme a mí copiando un titular, el pestiño está garantizado y la previsibilidad asegurada.

Por si le sirve a alguien les diré que mi voto irá para quien no me dé la lata con Cataluña y los nacionalismos, que me tienen hasta el moño, y me cuente algo útil o divertido o sorprendente. Y si no me lo cuenta me da igual, pero que por lo menos no me aburra con silencios impostados, ni sacando fotitos de la chistera como un cuñao, ni gráficos de tarta, ni biblias, ni truquitos, ni mentiras podridas, ni es el comunismo, amigos. Lo han adivinado: voy a votar a Obama.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats