A no ser que el último partido de liga ante el Atlético Baleares se juegue en jueves, y se obre aquello de «los jueves milagro», que rezaba la película del gran Berlanga, el Hércules va a seguir con su maldición en la maldita segunda B desde que un fatídico día de 1988 comenzara su errática andadura por la división de bronce del balompié patrio: no ser nunca primero de la fase regular, ni siquiera los años de los dos ascensos, 1993 y 2005. Más en sus manos como lo ha tenido en este curso, quizás nunca lo tuviera. En las tres últimas jornadas se ha dejado en el alero cuatro puntos que le han hecho volver a situarse a siete del equipo mallorquín, sin duda la revelación del campeonato.

Los empates a cero ante Alcoyano y Ejea han sido como un jarro de agua fría en las aspiraciones blanquiazules del lograr liderar el grupo en la jornada final. Ni la cómoda victoria ante el Sabadell ha servido para acercarnos a un líder que también ganó al Levante B a domicilio. Ese cerocerismo es sin duda el que ha condenado al Hércules a quedarse una temporada más sin jugar una única eliminatoria para subir. Un equipo que en 34 jornadas ha marcado la ridícula cifra de 32 goles, ni a un gol por partido, tiene de por sí ínfimas posibilidades de comandar la clasificación. Pero además en 12 encuentros se ha quedado sin perforar la portería rival, y por si esto no fuera suficiente, nunca ha logrado poner en su casillero el guarismo 3.

Habrá que conformarse con lo que tenemos, pues por poco que cumplan con la trayectoria es cierto que un puesto de promoción está asegurado, aunque en ningún caso la segunda plaza con el Villarreal B a rebufo. A falta de cuatro jornadas el liderato es un imposible. Los siete puntos, que en realidad son 8, son una barrera infranqueable para un equipo que no ha sabido ni podido durante todo el campeonato marcar tres goles o más, los que necesitaría para voltear el gol average, además de ganar todos los partidos y esperar que los baleares se dejen cuatro o cinco de nueve puntos en los otros tres partidos y con dos como local. Hazaña imposible para un equipo construido desde la defensa y en el que sus arietes, fichados en el mercado de invierno, no han respondido a las expectativas. Jona ni se ha estrenado, Benja, en 718 minutos lleva dos goles, mientras Carlos Martínez suma y sigue hasta los once de récord.