Hoy es Viernes Santo en toda España. Día grande de la semana de pasión en los pueblos y ciudades que la celebran con la intensidad y emotividad que procuran una profunda raigambre y honda tradición.

Elda también. Desde que las cofradías reanudaran su procesionar en la primavera de 1988, la Semana Santa ha ido in crescendo hasta hoy. Gustará más o menos. Despertará más simpatías y devociones, o ninguna; pero es indudable que los tronos embellecidos, los costaleros a la andaluza, la centuria romana, las buenas bandas de cornetas y tambores de algunas cofradías, los maduros legionarios custodiando a Cristo, entre otros aspectos, son síntomas de su buena salud.

Sin embargo, no me resisto a dejar una reflexión que me han suscitado ciertos hechos recientes, a raíz de un comentario, aparentemente no relacionado con esto, que me hizo una amiga mientras tomábamos unas cañas.

Hablando de la cada vez más sobrecargada agenda festera, mi amiga afirmaba que en Elda, hoy por hoy, no había nada más allá de los moros y cristianos. Mi primera reacción fue de estupor por lo que parecía una enormidad, y así se lo hice saber. Pero enseguida me di cuenta de que yo mismo había escrito algo parecido en varias ocasiones.

Que Elda es una ciudad en estos momentos -y por desgracia- en decadencia, es una realidad en la que cualquier persona con un mínimo de sentido crítico convendrá conmigo, pues son muchos los indicadores de ello. Como también lo es que resulta extraño encontrar, entre la oferta cultural local, algo que no tenga que ver con las fiestas de moros y cristianos.

Tan poderoso es el astro festero, que ejerce una irresistible fuerza de gravedad sobre todas las demás manifestaciones socioculturales de la ciudad, que, tarde o temprano, acaban orbitando alrededor de él.

Por ello, quizá no sea efecto de la casualidad que el presidente de la gestora de la Junta Mayor de Cofradías sea un ex alto cargo de la Junta Central de Comparsas de Moros y Cristianos; que el pregonero de la Semana Santa de este año haya sido el presidente de dicha Junta; y que el vía crucis de ayer, que desde sus inicios seguía el mismo recorrido, haya sido modificado para acabar€ ¡En la ermita de San Antón!, patrono de los moros y cristianos. ¡Qué tendrá que ver San Antonio Abad con el Santísimo Cristo crucificado y la Soledad! Sí, ya lo sé, se ha hecho en honor al 75 aniversario de las fiestas. Lo cual, lejos de quitarme la razón, más bien me la da, ¿no creen?

Lo dicho: La ley de la gravedad festera€ O sea.