Por fin estamos inmersos en la campaña electoral, que arrancó el pasado jueves. Teóricamente se trata de la campaña a las elecciones generales, pero los partidos han sido tan cucos que, ya metidos en gastos, han aprovechado para iniciar también la campaña para las elecciones autonómicas, que están previstas para el día 26 de mayo en gran parte del territorio español, junto con las municipales y europeas. Por cierto, que al final a los británicos les va a tocar celebrar las europeas y, en caso de que después se consuma el Brexit, habrá que ver en qué limbo quedan los europarlamentarios de este país. Menudo desbarajuste.

El objetivo de esta campaña en estéreo en España es claro, captar a los numerosos indecisos a base de darnos la paliza a más no poder a todos nosotros, sufridos votantes. Y es que en esta ocasión parece ser que haya muchas más dudas que nunca entre el electorado llamado a las urnas sobre a quién votar. Me atrevería a decir que muchos no lo confiesan, pero que en realidad ya tienen claro el sentido de su voto. Pronto lo comprobaremos y veremos en qué queda la estrategia del adelanto electoral del presidente. Entre unas cosas y otras, las vacaciones de Semana Santa y las escolares en la Comunidad Valenciana, a más de uno le va a pillar con el pie cambiado lo de ir a votar en nuestra región, lo que puede que afecte a la participación. De ahí que los posibles resultados, que apuntan a una victoria amplia del PSOE, podrían variar sustancialmente con relación a las encuestas, principalmente la del CIS de Tezanos. Que la tumbona tira mucho, especialmente si hace buen tiempo, pero además creo que los mítines van a estar bastante condicionados por las procesiones. De hecho, la Cofradía de Mena, en Málaga, ha pedido a Casado, Rivera y Abascal que no acudan al traslado del Cristo de la Buena Muerte en campaña, puesto que dice que no puede permitir que la procesión se convierta en un acto preelectoral. Gesto tan lógico como llamativo.

En nuestra Comunidad, tanto parte del empresariado como algunos medios parecen haberse rendido a Ximo Puig y su propósito de reeditar el pacto del Botánico tras las elecciones, antes de empezar siquiera esta campaña que, insisto, no es propiamente la suya. Y es que normalmente el candidato que procede de un primer mandato suele partir con cierta ventaja frente a sus competidores.