El hombre y la mujer son esencialmente monógamos, pero con tendencia a la poligamia y poliandria temporal. Me decía un amigo que había que ser responsable y no romper el matrimonio por otra mujer y, para evitarlo, no había como hacerse una amiga casada. Algo debió de fallar, pues con el tiempo me enteré que se fue a Viena con la mujer de su mejor amigo, dejando esta tres hijos y él a su anterior mujer y familia.

Una amiga casada, pero alegre, me decía que no había nada como un buen amante pues tenía un morbo que no le podía dar su marido, pero que este le daba estabilidad sentimental y social.

En la película norteamericana de 1940 titulada Demasiados maridos -que hoy estaría prohibida en muchos países-, protagonizada por Jean Arthur, Fred MacMurray y Melvyn Douglas (este un magnífico actor), el primer marido había desaparecido en un episodio de guerra o catástrofe y con el tiempo ella se casó con quien había sido un amigo de ambos. Pero al poco tiempo apareció el primer marido que había estado aislado sin poderse comunicar, y se planteaba el problema de cuál era el verdadero matrimonio y con quién se quedaría definitivamente la mujer.

Este relato se lo comentaba a mis alumnos de Derecho Civil que se daba en numerosos casos en tiempos de guerra y revoluciones. En la práctica ¿qué decidía la mujer, volver con su anterior marido o permanecer con el segundo marido? Era curioso comprobar que los estudiantes más jóvenes, como tales más románticos, se inclinaban por el primer marido, el primer amor, mientras que los mayores, más realistas, se inclinaban por considerar que la mujer permanecería con el segundo matrimonio por tener con él más intereses actuales. En la práctica la mujer mantiene su segundo matrimonio, pues el primero había envejecido sin su compañía y, además, con el actual marido ha creado una serie de relaciones y vínculos familiares, sociales y económicos muy fuertes.

Jurídicamente, el primer marido ha sido declarado judicialmente fallecido y, por lo tanto, disuelto su vínculo matrimonial, y su mujer como viuda puede volver a casarse. Si regresa el primer marido puede recuperar los bienes que subsistan, pero no recuperar su estado civil, de tal manera que, si la mujer quiere volver con el primer marido, tiene que divorciarse o anular su segundo matrimonio y volver a contraer nuevo matrimonio.

Pero volvamos a la película. La mujer está dudando con quién quedarse, y sale con uno y con otro y tarda en decidirse. Su padre se entera y se indigna pues está coqueteando con los dos. Ella le dice: «Estoy pasando los momentos más felices de mi vida, los dos cariñosos, simpáticos, con regalos, pues cada uno quiere ser mi esposo único, ¡y es que me gustan los dos!». Al final, ella se decide por el primer marido anulando al segundo, pero al poco tiempo el marido tiene una grave discusión con ella, pues se ha enterado que está saliendo y le engaña con el otro. Ella lo reconoce diciendo que, efectivamente, así es, porque le gustan los dos. -Pero eso no puede ser -replica el marido-, estás traicionándome, estás rompiendo el voto de fidelidad del matrimonio que me debes. Ella le responde: -Bueno, si quieres me caso con él y le engañamos contigo. -Oh, no, anda, déjalo, déjalo -termina el marido, ya derrotado. Fin.