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Los aduladores

La manera más insegura de conocernos es a través de los demás. Todos tenemos necesidad de alabanza, algunos más que otros; aunque lo peor es la necesidad de peloteo y adulación.

Con demasiada frecuencia encontramos personas que nos dicen cosas que ni nosotros mismos pasamos a creer. En las redes sociales se ve mucho, a modo de ficción escénica, llamamos guapo a todo el mundo y, además, con póstuma falsedad al mediocre le hacemos sentir talentoso. Y al enano le damos altura...

Los hombres que viven lo que piensan están al margen de frases jabonosas, es más, las rechazan tajantemente. El peloteo, muchas veces, se gesta en mentes lúcidas, no tiene un nivel intelectual definido. Aunque el propósito del mismo es variable, no provoca las mismas náuseas el pelota que languidece en la ignorancia, que el pelota que tiene un cerebro que obedece al conocimiento. A veces escuchamos cosas que rozan la metafísica, sí, así es la adulación: una experiencia insostenible con fecha de caducidad. Claro, el adulador o pelota va rotando, no siempre le regala el oído al mismo, unas veces se aproxima a uno, otras a otro, pero siempre moviéndose en el terreno de la germinación de las palabras.

Hay muy pocas personas que en la crítica ven un tesoro inmenso, lo normal es alborotarse al escuchar cosas que no queremos deglutir, pero la verdad, si vamos a ser moribundos ¿qué importa morir unas cuantas veces?

Tengo un amigo que es un personaje público. Siempre hemos hablado con franqueza, creo que es la fórmula perfecta para contribuir a la amistad sana y duradera. Cada vez que salimos a almorzar, en la retaguardia, preparo las municiones para luego iniciar la guerra dialéctica con él. A veces, los almuerzos parecen campos de batalla, la gente solemos acudir al estrépito de la palabra popular, razón por la que muchos días terminamos rodeados: «Es usted el mejor», «Cada día está más guapo», «Qué bien le sientan los años». Y sí, siempre le pregunto si es consciente de que la adulación se inclina al renombre y salerosamente jabona sin agua. Sonríe...

Quien vive gustoso en la adulación jamás considerará al hombre que le habla con franqueza. Hay personas que rechazan la síntesis superior de la crítica y prefieren estar cercanos a palabras de ocasión, poco profundas, pero que por lo visto calan hondo.

Qué de pelotas hay los campos de fútbol, pero más en la vida...

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