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La complementariedad entre el turismo residencial y el vacacional

El 9 de abril, organizada por Provia, la Sede Universitaria de Torrevieja y el Instituto Universitario de Investigaciones Turísticas, se desarrolló una jornada en torno al futuro de la vivienda turística en Alicante. La primera conclusión fue muy clara: el turismo vacacional y el residencial no son alternativas antagónicas sino complementarias. Sin los dos no sería posible el importante desarrollo turístico de la provincia, sin duda nuestra primera industria, y nuestra primera línea de defensa en momentos tan difíciles como la crisis reciente, aún no del todo resuelta.

De hecho, grandes empresas alicantinas, algunas presentes en la sesión como TM Grupo Inmobiliario o Grupo Marjal, desarrollan actividades relevantes en ambos sectores con total normalidad, convencidas de su compatibilidad y el apoyo mutuo que suponen para el negocio global de las compañías.

El 5º barómetro del alquiler vacacional en España 2018, en su versión de la Comunidad Valenciana, apunta que el 24% del alojamiento de mercado está constituido por viviendas turísticas, la segunda pata del alojamiento turístico tras los hoteles. El alojamiento turístico actúa de forma complementaria al alojamiento hotelero: las estancias cortas en hoteles y las más largas en apartamentos turísticos.

El citado barómetro muestra que en nuestra Comunidad tanto los extranjeros como los españoles tienen una alta valoración en general de las viviendas turísticas, con un grado de satisfacción relevante y muy escasos problemas con los vecinos (el 98% de los españoles -índice de satisfacción con el que coincide el estudio sobre «comportamiento, gasto y propensión a ser turista residencial»- y el 94% de los extranjeros, aunque ese mayor nivel de insatisfacción de los extranjeros habría que ponerlo en relación con el mismo dato en su residencia habitual, que probablemente esté en parámetros similares).

Si esto lo unimos al hecho de que el consumo de estos turistas en destino se hace en un 33% en comercios de cercanía, deducimos que su capacidad de arrastre sobre la economía local es importante. Además, esto no impacta negativamente en la ocupación hotelera, que ha seguido creciendo en nuestra Comunidad en todos estos años pasados, sino que apoya ese crecimiento turístico necesario para impulsar nuestra economía. Y, como decía, influye en la economía de proximidad, lo que contribuye a una cierta redistribución de la riqueza que es, en efecto, el mayor problema no resuelto con la pretendida salida de la crisis.

El apoyo desde las administraciones locales poniendo en valor los recursos turísticos de la población y facilitando el acceso desde las zonas turísticas a esos recursos contribuirá, sin duda, a fidelizar un turismo que para nosotros es fundamental.

Reforzando este concepto, los datos de Ineca son igualmente tozudos. De los 5.700 millones de euros que los extranjeros dejan cada año en Alicante, 417 son inversión en vivienda y el resto gasto corriente, lo que supone en torno a 60.000 empleos directos en actividades relacionadas con la atención de las necesidades de todo tipo del colectivo.

Pero es que, además, como señalaba el Instituto de Economía Internacional, en un estudio reciente sobre el impacto de Airbnb en la Comunidad Valenciana, la economía digital impacta de forma muy relevante en el sector turístico, lo que incorpora cambios relevantes en los destinos relacionados con la economía colaborativa y la necesidad de profundizar en el concepto de destinos inteligentes. Y, sobre todo, no podemos olvidar que el alquiler turístico es un fenómeno que está aquí desde siempre; muchos apartamentos ya operaban como viviendas turísticas, solo que ahora tienen más visibilidad y progresivamente una mejor regulación.

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