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Toni Cabot

El futbolista honesto

El viejo dependiente caminaba risueño, a saltos con una carretilla que a duras penas mantenía el equilibrio entre las dos ruedas, bajando su pesada carga por las escaleras del Mercado Central, entonando un estribillo que repetía una y otra vez, y que sonaba alto y claro hasta traspasar las columnas del Teatro Principal: «¡ Santoro, Giuliano, Saccardi .... yip, yeaaaa!» A mitad de los años setenta, Alicante supuraba fútbol del bueno con un Hércules imperial que se hizo hueco entre los grandes tras reunir un plantel excepcional que funcionó como un reloj a las órdenes de Arsenio Iglesias, arropado por José Rico Pérez. Aquella excelente plantilla, además, encontró un líder sobre el campo, un ganador como nunca antes se vio otro por estos lares: Cacho Saccardi. Fichado por Benito Joanet tras observarlo en directo en la cancha de Ferrocarril Oeste, Saccardi abandonó Buenos Aires para prolongar su carrera en Alicante durante cuatro años que le etiquetaron como uno de los mejores centrocampistas de la Liga española. Justo lo que intuyó Joanet en el estadio de Ferro aquel agosto de 1975, y que le llevó, acompañado por el directivo Manolo Maldonado, a cambiar de planes abandonando su inicial intención de fichar a otro argentino llamado Arregui tras ver cómo un grandullón con el 5 a la espalda se dejaba el alma mientras engullía a sus rivales durante noventa minutos primorosos. Aquella decisión contribuyó decisivamente a marcar el devenir de un equipo que no solo acabó consolidado en la máxima categoría sino que enganchó a una afición y a un club, orgullosos de haber escrito con letras de oro páginas de una etapa gloriosa. Entre las mil y una anécdotas que escuché en boca de Rico Pérez y Maldonado sobre Saccardi, recuerdo una referida a un Burgos-Hércules, en pleno invierno, sobre el césped del Plantío convertido en una pista de hielo. Nada más escuchar el silbato final, un jugador cayó desplomado sobre el terreno de juego, que hubo de abandonar en camilla. «Nunca vi un esfuerzo tan descomunal en un partido», sentenció Maldonado. Se trataba de Saccardi, el futbolista honesto.

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