Leo con estupefacción la tranquilidad con la que la Conferencia Episcopal defiende los insultantes (pero sobre todo ilegales) cursos para "curar" la homosexualidad que imparte el Obispado de Alcalá? que es una "sanación espiritual", dicen. Curiosa respuesta ante unos hechos que deben ser condenados sin miramientos por toda la sociedad: el silencio nos hace cómplices.

Que en pleno 2019 se siga insinuando mínimamente que los deseos y la orientación sexual de algunas personas es cuestión de cura, es para provocar una reacción social masiva. La ciudadanía, esa que conformamos todos y todas, no puede quedarse impávida ante este tipo de sugerencias que, por homófobas, son también antidemocráticas.

La respuesta social y política contra quienes defienden la violencia tiene que ser clara, y estos señores, tanto el Obispo de Alcalá como la Conferencia Episcopal, están fomentando la violencia al considerar los deseos de una parte de la población son objeto de cura. Ellos, tan doctos como para decidir qué es enfermedad y qué no, son capaces de desdecir a la mismísima Organización Mundial de la Salud. Son los mismos a los que les preocupa la vida tan en exceso que no son capaces de defender el derecho a una muerte digna, sin dolor, en paz, o son capaces de decirles a las mujeres qué hacer o no con sus cuerpos. No les debe preocupar, sin embargo, tanto la vida cuando los inmigrantes mueren en el Mediterráneo de camino a Europa en busca de esperanza. No les oigo clamar masivamente contra fascistas como Salvini, que ha cerrado sus puertos a todos estos inmigrantes. Tampoco la vida de los niños y niñas víctimas de abusos por parte de clérigos y curas en todas partes del mundo. Y mucho menos defender a las miles de religiosas que denuncian abusos sexuales y laborales por parte de sacerdotes en la Iglesia.

¿Dónde están los mal llamados pro-vida en estos casos? Los anti-elección eligen por ti, por tu cuerpo, tu vida, tus deseos y tu sexualidad. Olvidan el amor, la compasión y el perdón que Jesucristo predicaba y defienden ideas retrógradas para perpetuar una institución que aúpa discursos de odio y da pábulo a organizaciones ultras. Hace unos días, justamente, se hizo viral la foto de dos lesbianas besándose en la calle, frente a una mesa de militantes de Vox, en Valladolid. Señores fascistas, de un lado y otro, #NuestroAmorNoSeCura; sus políticas no van a mermar ni un centímetro nada de lo que hemos conseguido. Les daremos batalla hasta el final.