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Opinión

Mocos y banderas

Jose María Aznar situó el sábado en Elche al PSOE «fuera de la Constitución» por haber pactado con los nacionalistas catalanes. Ya es grave lo que el expresidente popular no dijo: que él también pactó con esos partidos; y que Pedro Sánchez ha convocado elecciones tras romper con ellos. Pero todavía resulta más trágico lo que hizo Aznar: cargarse la Transición. Al expulsar a los socialistas del sistema, dejó al PP, a su propio partido, sin ningún interlocutor en el centro político para consensuar las grandes cuestiones; cimentó la peligrosa política de bloques en la que anda metida con rabia la derecha. Aznar hincha las velas de Pablo Casado, un candidato amedrentado por Vox que ansía parecerse como un espejo a los ultras para que no le roben votos.

Vox: «Me presento al Congreso para que un payaso no se limpie los mocos en mi bandera», dijo, alcanzando la cumbre del pensamiento político todos los tiempos, el número uno de esta fuerza de extrema derecha por Alicante, el militar Manuel Mestre. Ya no es sólo que alguien se apropie de símbolos identitarios que son de todos y que no deberían estar sometidos al barro electoral; es que el lenguaje de Vox es tan absurdamente primitivo, tan plagado de testosterona, que me recuerda irremediablemente al «muera la inteligencia» con el que intentaron someter al pobre Unamuno. Ya sabrán Aznar y Casado (y Albert Rivera) con quien se juntan. Pero hay discursos que cada vez se parecen más al que Jose María Gil Robles practicaba hace poco más de ochenta años. Y eso acabó fatal.

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