Hace quince lustros, la Semana Santa de Orihuela seguía recuperándose después de la fratricida contienda. Se habían fundado nuevas cofradías y hermandades, y recuperado algunas imágenes que habían sido destruidas.

En 1944, los días de la Semana Santa ocuparon las fechas del 2 al 7 de abril (Viernes Santo), en que se celebraba la Procesión General que tenía su salida a las 4 de la mañana, desde la iglesia de Monserrate. En su tarde, a las siete y media tenía lugar la Procesión del Santo Entierro, que se iniciaba desde la catedral, y se retiraba en la misma, tras seguir el siguiente itinerario: Ramón y Cajal, Puente de Poniente, Plaza de Cubero, Plaza del Generalísimo, San Pascual, Calderón de la Barca, Puente de Levante, Loazes, Alfonso XIII, Plaza de la Soledad, Ramón y Cajal, interior de la catedral, Doctor Sarget, Plaza de la Pía, Santa Lucía, Paseo de Sagasta, Alfonso XIII, Plaza de la Soledad y catedral. Como era tradicional, esta procesión iba encabezada por el Caballero Porta-Estandarte o Caballero Cubierto, distinción que en 1944, el Excmo. Ayuntamiento le otorgó al médico Amancio Meseguer Manresa.

La Convocatoria estaba organizada como hermandad, y en ese año estrenó un nuevo «carrico» cuyo boceto era original del pintor Fernando Fenoll. Tenía su sede en la iglesia de la Merced. Era hermano mayor, el sacerdote Antonio Roda López, presidente Jesucristo Riquelme, y entre sus vocales, Antonio Vicea Martínez, que con los años la promocionó.

El Lunes Santo, desde la citada iglesia de la Merced, desfilaban las cofradías de la Samaritana y Ecce Homo. En la primera, todavía no se había sustituido la imagen de la misma de Vicente Greses por la actual de Federico Coullaut-Valera, algo que sucedería en 1946. Por su parte, la segunda, estaba presidida por Juan Pertusa Andreu, y este año presentó la novedad de unos nuevos «artísticos porta-cirios de plata del más puro estilo plateresco».

El Martes Santo, en su noche hacía estación la Cofradía del Perdón, desde la desaparecida iglesia de San Gregorio hasta la de Monserrate, después de haber recogido en su domicilio a Mariano Belda Garriga, Cofrade Portaguión designado en ese año. La procesión iba encabezada por nueve soldados romanos a caballo y cuatro clarines con la misma indumentaria.

En el Miércoles Santo, se efectuaban dos procesiones y un traslado de imágenes. Las primeras, en su tarde la V.O.T. de San Francisco que desfilaba con la devota imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Patrón Popular de la Ciudad y la Huerta de Orihuela. Precediéndolo iban los mayordomos, que eran portadores de una cruz al hombro. Como novedad, en 1944, desfiló la imagen de San Juan Evangelista de Sánchez Lozano que, posteriormente, en 1952 fue sustituida por otra del dicho imaginero. Así mismo, también fue estrenada la imagen de Ntra. Sra. de la Amargura, obra del escultor pilareño.

En la noche de este último día, desfilaban las cofradías de la Santa Cena y de El Lavatorio. La primera de ellas, se había erigido canónicamente el 19 de octubre del año anterior, y en éste estrenaba su nuevo paso, atribuido a Royo y Rabaza, aunque su autor era Enrique Galarza. La segunda, procesionaba con las imágenes del Lavatorio y el Arrepentimiento de San Pedro, obras de Francisco Salzillo.

Al toque de oraciones de dicho día, se efectuaba el traslado desde la iglesia de San Juan de la Penitencia, hasta la catedral, de las imágenes de San Juan, el Sepulcro y la Soledad que desfilarían en la Procesión del Santo Entierro. Las imágenes eran acompañadas por la Excma. Corporación Municipal y personas alumbrando expresamente invitadas por la misma.

Cuando la luna llena coronaba el cielo de Oleza, se abrían las puertas de la iglesia de Santiago, para dar paso en la oscuridad de la noche al Cristo del Consuelo de la Hermandad del Silencio. Sus hermanos cubrían sus cabezas con capuchón o capirote.

No debemos de olvidar a la Centuria Romana, que tenía como capitán al tenor Ignacio Genovés y como emperador a su hijo Ramón Genovés Montero. Aunque, brevemente, dejemos constancia de todo ello como recuerdo de la Semana Santa de hace setenta y cinco años. Así sea.