En el entierro de Rita Barberá llamó la atención el gesto de profundo malestar con que una de sus sobrinas observaba a la prensa presente en el sepelio. Con voluntad de que se la pudiese leer los labios dijo de manera clara aquel día a un familiar la frase «han sido estos», dando a entender, por tanto, que los culpables del fallecimiento de Barberá habían sido los periodistas y la izquierda política. Lo primero que podríamos decir es que la prensa se limitó a hacer su trabajo informando a la opinión pública de las investigaciones policiales y judiciales que se iban produciendo dada la importancia que tiene la ciudad de València. Por otra parte, resulta lógico que la oposición diera un uso político al escándalo que supuso -y que todavía no ha sido juzgado- la aparición de un entramado de corrupción en el corazón de la Administración local valenciana que convirtió al consistorio en poco menos que una cueva de ladrones donde todo el que podía del PP local sacaba su tajada.

La detención de José María Corbín, cuñado de Rita Barberá, con el consiguiente registro de su domicilio y de su despacho -como suele ser habitual en estos casos- ha supuesto un paso más allá en las investigaciones judiciales de las que viene siendo objeto el Partido Popular de la Comunidad Valenciana desde no se sabe cuándo. Yo al menos hace tiempo que perdí la cuenta. Como no puede ser de otra manera, respetamos la presunción de inocencia como lo hemos hecho también en otros sonoros casos como son los de Eduardo Zaplana o Carlos Fabra. Distinto es que, ejerciendo la libertad de opinión y a la vista de las pruebas ya halladas y por tanto acreditadas por la policía judicial, podamos pensar que tener escondidos millón y medio de euros en metálico en una caja fuerte no parece ser del todo normal.

Cuando ya pensábamos que la corrupción del Partido Popular engendrada durante los veinte años en que gobernó la Comunidad Valenciana había sido descubierta en su totalidad, o por lo menos la susceptible de ser detectada por parte de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, más conocida como la UCO, vuelve a darnos el PP una sorprendente noticia. La imputación de las tres sobrinas de Rita Barberá, así como la detención de su padre, viene a demostrarnos que el Ayuntamiento de València se había convertido en lo más parecido a un coto privado de esta familia para hacer y deshacer lo que les viniese en gana en el ámbito urbanístico a cambio de mordidas. Resulta imposible de creer que la propia alcaldesa no supiera lo que estaba haciendo su familia habida cuenta el montante cercano a los cuatro millones de euros que mantiene la Guardia Civil como cantidad aproximada de lo recaudado por la familia Corbín-Barberá.

Después de todo lo que se ha ido conociendo en el ámbito policial y judicial acerca de la corrupción con que el PP valenciano invadió las instituciones valencianas, la pregunta que cabe hacerse es qué hubiera pasado si, en vez de los dirigentes que hasta hace pocos meses ostentaron el poder en el PP, hubiese habido personas normales que se hubiesen limitado a aplicar políticas de derechas en vez de robar en beneficio propio. Quién sabe lo que se pudiera haber hecho en beneficio de la sociedad valenciana con todo el dinero que la plana mayor del Partido Popular despilfarró en hoteles, en restaurantes de lujo y en enriquecer a sus familiares, como estamos viendo con la familia de Barberá. Tal vez sea demagógico decir que para los más desfavorecidos de la sociedad cualquier ayuda por pequeña que sea es mucha. No me importa. Resulta difícil de entender que alguien se aproveche del dinero del erario público sabiendo que miles de discapacitados de nuestra Comunidad luchan cada día contra sus problemas de salud o de movilidad mientras se compra casas en la playa, relojes de alta gama o trajes.

Si de algo ha servido el gobierno autonómico del PSPV y Compromís con el apoyo de Podemos ha sido para hacer limpieza y para parar la sangría de dinero que durante años fue a parar a bolsillos privados. Habrán cometido errores, pero se han comportado como personas normales. Con sus virtudes y sus defectos.